Amor incondicional
El encuentro con Jesús marca la vida para siempre. María Magdalena es fiel, amiga hasta la muerte... la primera que va la sepulcro, hasta la muerte. Primera en anunciarle, discípula fiel, primera testigo de la Vida, de la Resurrección.
María Magdalena va al sepulcro cuando aún estaba oscuro. La antorcha del amor ilumina las tinieblas del dolor,del vacío,de la muerte. Llora y espera. Confía y persevera. Y la noche se hará mediodía cuando escuche un ¡María! que llenará todo de sentido y alegría.
María de Magdala no se resigno ni se escondió en su casa, sino ella siguió buscando al Amor de los Amores, a Jesucristo el Señor y fue tanto su amor que el la escogió para que fuese la primera maestra y evangelizadora, la primer testigo y vehículo de la buena noticia de la Resurrección.
Nosotros como ella somos tocados por Dios y transfigurados cuando reconocemos su divina presencia en nuestras vidas e imperfecciones.
Santa María Magdalena, la primera que vio al Señor resucitado. "Representa la fuerza del corazón y el Amor Incondicional. Guardiana de un saber no accesible para los demás. Mujer que capta el mensaje principal del Maestro: que el Reino de Dios está dentro de cada uno de nosotros"
Jesus sale al encuentro de Maria y le dice ve y anuncia que estoy vivo, Hoy Jesús también viene a nuestro encuentro para que sintamos su amor su ternura su misericordia veamos que sigue estando vivo en nuestras vida y que vayamos a compartir ese encuentro con Él.
Hoy celebramos la fiesta de la apóstol de los apóstoles. La primera anunciadora de la resurrección. Ella, la mujer que amó del todo a Cristo. No tenía plan "B". Tras la muerte de Jesús permaneció junto a su sepulcro, llorando, porque una vida sin Jesús no era vida. Los discípulos rehicieron su vida sin Cristo. Ella no. Porque a quien mucho se le perdona, mucho es capaz de amar.
María Magdalena no murió, porque amó. Quien ama vive para siempre, se alimenta del autor de la vida y vive confiado.
Noche oscura del alma
En una noche oscura
con ansias en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa
en secreto que nadie me veía
ni yo miraba cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en sitio donde nadie aparecía.
¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dormido
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena
cuando yo sus cabellos esparcía
con su mano serena
y en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado;
cesó todo, y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
(san Juan de la Cruz)
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