Jesús, tenías razón.

 


 
Es verdad cuanto nos has dicho de Dios. 
Ahora sabemos que es un Padre fiel, digno de toda confianza. 
Un Dios que nos ama más allá de la muerte. 
Que no dejemos nunca de llamarle "Padre" 
ni de confiar en Él, como tú nos enseñaste. 
 
Ahora sabemos que Dios es amigo de la vida. 
Ahora empezamos a entender mejor tus deseos 
de una vida más sana, 
justa y dichosa para todos. 
Ahora comprendemos por qué anteponías la salud de los enfermos 
a cualquier norma o tradición religiosa. 
Que siguiendo tus pasos, vivamos curando la vida 
y aliviando el sufrimiento, 
poniendo siempre la religión al servicio de las personas. 
 
Ahora sabemos que Dios hace justicia a las víctimas inocentes: 
hace triunfar la vida sobre la muerte, el bien sobre el mal, 
la verdad sobre la mentira, el amor sobre el odio. 
Para que sigamos luchando contra el mal, la mentira y el odio, 
buscando siempre el reino de ese Dios y su justicia. 
 
Jesús, tenías razón. 
Ahora sabemos que Dios se identifica con los crucificados, 
nunca con los verdugos. 
Empezamos a entender por qué estabas
siempre con los dolientes y por qué defendías tanto a los pobres, 
los hambrientos y despreciados. 
Para que defendamos a los más débiles y vulnerables, 
a los maltratados por la sociedad y olvidados por la religión 
y escuchemos mejor tu llamada 
a ser compasivos como el Padre del cielo.
 
Ahora empezamos a entender un poco tus palabras 
más duras y extrañas. 
Comenzamos a intuir que el que pierda su vida por ti 
y por tu Evangelio, la va a salvar. 
Ahora comprendemos por qué nos invitas a seguirte hasta el final cargando cada día con la cruz. 
Para que sigamos sufriendo un poco por ti y por tu Evangelio, 
y así, muy pronto compartamos contigo el abrazo del Padre.
 
Ahora estás vivo para siempre 
y te haces presente en medio de nosotros 
cuando nos reunimos dos o tres en tu nombre. 
Ahora sabemos que no estamos solos, 
que tú nos acompañas mientras caminamos hacia el Padre. 
Para que escuchemos tu voz cuando leamos tu evangelio 
y nos alimentemos de ti cuando celebramos la Eucaristía. 
Y para que creamos de verdad 
que tú estarás con nosotros hasta el final de los tiempos. 


 


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