“Hasta el extremo”

 


 “Dios envió a su Hijo 
para que el mundo se salve por él”. 
(Jn 3, 16-21).

En Jesús se manifiesta el amor hasta el fin; sus obras a favor de cada ser humano muestran su unión con el Padre. La humanidad espera que surjan personas con los ojos de Dios, capaces de mirarlo todo y a todos como Él lo mira. El mirar de Dios es amar. Cultiva hoy los gestos sencillos y las palabras de verdad. Son un don del Espíritu, una tarea por tu parte, un regalo para los que te rodean.  

"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito".

No hay interés, no hay casualidad, no hay dobles intenciones... Todo es por amor. Es lo que mueve nuestro mundo, lo que mueve nuestras vidas, lo que mueve al mismo Dios... Es momento de conjugar el verbo AMAR...

 De la cruz brota la misericordia de Dios al mundo     

“La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús no ha amado “hasta el extremo”, es decir, no solo hasta el último instante de su vida terrena, sino hasta el extremo límite del amor. Si en la creación el Padre nos ha dado la prueba de su amor inmenso dándonos la vida, en la Pasión de su Hijo nos ha dado la prueba de las pruebas: ha venido a sufrir y morir por nosotros. Y esto por amor. Así de grande es la misericordia de Dios, porque nos ama, nos perdona con su misericordia, Dios perdona todo y Dios perdona siempre”. (Francisco)

El amor de Dios lleva a la entrega del Hijo para que tengamos vida eterna. El Hijo viene para salvar al mundo por medio de él. No para juzgarlo. El que no cree ya está juzgado. El juicio está en las elecciones, en obrar el mal, en alejarse de la verdad.


 

DIOS NO MANDÓ SU HIJO AL MUNDO PARA JUZGARLO, SINO PARA DARLE VIDA.

La misericordia se ríe del juicio. El perdón vence a la exigencia. Hay posibilidad de encontrar salvación en medio de nuestro mundo tan exigente y elitista. Jesús nos regala una gran alegría y es que Dios viene a dar vida a una humanidad caída, necesitada, exhausta. No necesitamos a Dios los perfectos y autosuficientes. Lo necesitamos los que nos equivocamos mil veces al día.

¿Siento que la fe me ayuda a tener más vida, a juzgar menos y a ser más solidario? Has venido a buscar a quien anda extraviado, liberar a quien está aprisionado, curar a quien está herido...

Quiero caminar en verdad y ser reflejo de esperanza para quienes caminan abatidos por el peso del dolor.

 Jesús es el salvador del mundo. Nosotros, no. Nosotros estamos llamados a dar testimonio, siempre con nuestra vida y, en ocasiones, con nuestras palabras, de las grandes cosas que Dios ha hecho en favor de nosotros. Ahora bien, ese testimonio debe proceder de un corazón dispuesto a dar sin recibir nada a cambio. Cuanto más confiemos en el amor incondicionado de Dios por nosotros, más capaces seremos de anunciar el amor de Jesús sin condiciones internas ni externas” H. J. M. Nouwen.

Que la finalidad de cuanto hagamos y digamos sea la de Jesús: “para que tengan VIDA”

Nosotros tenemos que recuperar para nuestro corazón ese “tanto amó Dios al mundo” y escucharlo muchas veces y meditarlo más, hasta que sintamos en lo más profundo de nuestro ser el abrazo cálido del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. 

 

Oración de amor a Dios

Te amo, Oh mi Dios.
Mi único deseo es amarte
Hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios,
Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno
Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor,
Oh mi Dios, si mi lengua no puede decir
cada instante que te amo, por lo menos quiero
que mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo,
Y de amarte mientras que sufro, y el día que me muera
No solo amarte pero sentir que te amo.
Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora
final aumentes y perfecciones mi amor por Ti.

Amén.

San Juan María Vianney

 


Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

Gracias, Señor.

Colaborar con el Señor