Se hace peregrino

 


«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba?». "
Se les abrieron los ojos y lo reconocieron al partir el pan". 
Y, levantándose en aquel momento, 
se volvieron a Jerusalén para contar a todos 
ese encuentro en el camino que les cambió la vida. 
"Era verdad, ha resucitado el Señor" 
(Lc 24,13-35)    
 

¿Por qué resucitó Jesús?

Para ser el Corazón palpitante que viene a nuestro encuentro

para darnos fuerza de vida, y regalarnos el Cielo.

"Quédate con nosotros porque atardece".

¿Qué hacer cuando a tu vida llega la derrota,

el fracaso, la frustración...?

Jamás creas que Dios te abandona en esos momentos.

Fíjate bien, porque Él camina a tu lado aunque no lo reconozcas. 

Ha venido para darle sentido a tu vida.


Jesús se hace peregrino

para acompañarnos en el camino de la vida.

En los momentos de decepción, tristeza, abatimiento,

falta de fe, se acerca a nuestra historia

para contárnosla desde el relato de Dios.

Hace que arda nuestro corazón en un amor apasionado.

Así es nuestro tiempo pascual.

Jesús camina a nuestro lado.

Comparte nuestras alegrías y decepciones,

pero si no lo reconocemos

seguimos en ese estado de soledad que nos lastra y paraliza.

Abrir los ojos y descubrir lo acompañados

que somos es la fuente de nuestra alegría que no tiene fin.

Jesús se hace compañero de camino

de los que se marchaban desalentados.

Su palabra penetra en su desencanto

y la vida vuelve a sonreír en su interior.

Del desencanto pasaron al agradecimiento,

de la desilusión a la esperanza.

Todo fue fruto del encuentro con Jesús.

¿Te nacen deseos de contar a Jesús?    

El encuentro con Él en el camino de la vida

les hacía arder el corazón,

sienten algo pero no reparan en ello.

¿Ante qué y con quién te arde el corazón?

Quizá sea ahí donde escucharle si hay amor,

si hay servicio, si es un susurro de necesidad de compañía.

La vida de cada día, los encuentros cotidianos son una eucaristía. 

Cada día tenemos la posibilidad de escuchar la Palabra,

de partir el pan con los necesitados,

de encontrarnos con el Señor resucitado.

Que no se enfríe nuestro corazón.


 

Cristo has resucitado, estás vivo y caminas conmigo.

¡Qué maravilla!

¡Qué experiencia!

Mi corazón rebosa de gozo y quiero cantar,

quiero gritar, quiero trasmitir a otros esta certeza.

No estoy solo, Cristo quiere estar conmigo.

Está vivo en la Eucaristía, esperándome pacientemente.

No puedo ser indiferente o pasivo ante tanto amor,

por eso hoy te pido me des la fuerza

para correr a compartir con mi familia,

y con los demás, esta Buena Nueva.

 



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