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¿Quién es este?


 
“Y tenía ganas de verlo” 
(Lc 9, 7-9)

Los oyentes de Jesús se dieron cuenta de que no era como los otros predicadores, sus palabras sonaban de manera distinta, trataba con amor a los pobres, a los afligidos, y prometía un camino que llevaba a la alegría.

Jesús no pasa inadvertido. No busca la notoriedad, pero su estilo de vida llama la atención. Quieren escucharlo y verlo hasta sus propios enemigos.

Los orgullosos y poderosos, como Herodes, nunca buscan con sinceridad, nunca se ponen en movimiento para salir al encuentro. Siempre esperan a que vengan a verlos porque se piensan el centro del mundo.

De la tentación de utilizar tu Evangelio para justificar nuestras ideologías egoístas y partidistas, o para satisfacer nuestros caprichos mundanos, nuestras manías o nuestras ansias de triunfo o de poder... ¡Líbranos, Señor!

La inquietud de Herodes por conocer a Jesús, tiene una finalidad. No sabía a qué atenerse porque lo que le decían era confuso.

Herodes está inquieto. Quiere encasillar a Jesús para domesticarlo, pero no sabe cómo. Tenía curiosidad por saber quién era. Así se despiertan las ganas del encuentro. No importa el cómo llegamos sino el fin al que tendemos.

Sírvete tú de la pregunta del tirano para acercarte a Jesús y contemplar su rostro de cerca. ¿Quién es éste en cuya mirada se percibe un amor tan profundo, que toca nuestras raíces?


¿Qué puedo hacer para buscar y conocer más Jesús?

Acercarse a Jesús, beber de su evangelio, compartir sus gestos, crear espacios de comunión y encuentro en nuestro corazón nos revelarán una y otra vez su identidad y la nuestra

Tengo ganas de verle, deseo encontrarle porque necesito cambiar y sé que Él me convierte en una persona nueva. No tengo miedo por mi historia, Él tiene una mirada de misericordia y perdón.

Si tu vida como cristiano cuestiona a los demás, estás en buen camino.

¿Cómo es nuestra vida? ¿Llamamos la atención por ser coherentes, por estar con los más pobres, por elegir los últimos puestos, por servir más que nadie, por asumir con esperanza la cruz y el dolor, por creer en Dios y en las personas? ¿o llamamos la atención por otras cosas menos evangélicas?

Despertamos interrogantes en los demás cuando nuestra forma de vivir es auténtica. La fe, muchas veces, más que ofrecer respuestas, nos abre profundos interrogantes. ¿Es así como quiero vivir?, ¿Es esta la forma de tratar a los demás?, ¿De qué me sirve ganar el mundo entero si me pierdo la vida?, ¿Dónde tengo mi tesoro descansa mi corazón? Que nuestro vivir responda a lo que preguntamos.

Hoy celebramos a San Pío de Pieltrecina que decía: «La sociedad de hoy no reza, por eso se está desmoronando. Debes recordar que tienes en el Cielo no solo un Padre sino también una Madre. Entonces recurramos a María. Ella es toda dulzura, misericordia y amor».

¿Quién es éste? Es Jesús, tu Señor. Aquí tienes mi vida, Jesús. Deseo que se cumpla en mí tu plan de amor para todos. Enséñame a hacerlo sin pretensiones de grandeza, con mi vida sencilla de cada día.

 

 


 

Comentarios

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