«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y
de la tierra»
(Mt 11, 25-27)
El orgullo, la doblez, la ostentación, la apariencia o la artificialidad son muros que nos construimos para escondernos o protegernos de los otros; muros que también nos impiden gozar de la Presencia de Dios, que se revela a los sencillos.
La sencillez lleva a la aceptación del otro sin ser rebuscado, sin malas intenciones, sin pensar mal de los demás... por eso entienden un mensaje que viene de Dios que nos ama.
Gracias por la
vida,
por mi vida,
por tus inspiraciones.
Gracias Señor porque me llamas,
porque me pides
que colabore contigo;
que sea tu instrumento
como papel en blanco,
donde Tú puedas ir escribiendo,
como barro en manos del alfarero
que va tomando forma,
como hombre que sabe escuchar
y está pronto a responder.
Comentarios
Publicar un comentario