«Si comprendierais lo que significa
“quiero misericordia y no sacrificio”,
no condenaríais a los inocentes»
(Mt 12, 1-8)
En nombre de la ley, se permiten hacer cosas.
En nombre del amor, se invita a ser feliz.
La verdadera Ley es Él.
Las personas para Él son lo primero, si están enfermos curarlos, si han pecado perdonarlos, si están tristes alegrarlos, si tienen hambre saciarlos, si están cansados aliviarlos, si están solos acompañarlos...
La ley suprema es el bien del hombre.
El mandamiento del amor.
El Dios de la misericordia quiere que mostremos
misericordia, no sacrificios ni rituales vacíos.
Donde hay una persona que sufre, que tiene hambre, que es perseguida... la ley es ayudarle, defenderle, aliviar su dolor
Por Vos iluminados
Nos ha destinado a ser sus hijos.
Nos ha llamado para ser sus compañeros.
Nos ha invitado para ser sus amigos.
Nos ha lanzado a las fronteras.
Ha tenido en cuenta nuestras fragilidades.
Ha iluminado y allanado senderos.
Ha transfigurado nuestros corazones.
Ha sacramentado nuestras historias.
Nos ha comprometido con el Reino,
para que veamos lo que Él ve,
para que oigamos lo que Él oye,
para que nos embarremos como Él se embarra,
para que celebremos con Él,
para que amemos como Él nos ama
y hasta espera divina perfección.
Ha soñado con encender un fuego
y nosotros presentes entre sus llamas.
Encendidos, apasionados y danzantes.
Con los mismos colores del Reino,
así por Él iluminados.
(Marcos Alemán, sj)
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