«El que encuentre su vida la perderá,
y el que pierda su vida por mí, la encontrará»
(Mt 10, 34-11, 1)
Los criterios para el seguimiento de Jesús, como la aceptación de la propia cruz o la renuncia a lo que se ama por amor a Él, no suelen coinciden con la mentalidad de este mundo. Para el discípulo de Jesús, perder la vida significa ganarla para siempre.
En ocasiones tenemos que denunciar, expresar una verdad que duele, proponer un cambio que quita seguridades, amar a aquellos que parecen enemigos, perdonar más veces de lo imaginado... y esto conduce al conflicto
La Paz no es la ausencia de conflictos, sino la manera en la que vamos integrando nuestras prioridades, jerarquizando nuestros valores, buscando el sentido a nuestra vida. Jesús es la clave para alcanzar la paz, que nunca estará libre de “espada”
El camino del Evangelio, cuando lo vamos viviendo, a
pesar de nuestras fragilidades, es fuente de alegría. Que la Virgen María nos
acompañe y proteja.
La hora de la
verdad
(José María R. Olaizola,
sj)
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