«Cogió a la niña de la mano y ella se levantó»
(Mt 9, 18-26)
A una mujer y una niña Él las coloca en medio, las cura y
valora, las convierte en protagonistas, les agradece y exalta su fe, las pone
de pie para que cesen los lamentos y la discriminación, las hace valiosas,
nuevas, importantes.
Señor, el oficial romano y la mujer con flujo de sangre
me recuerdan lo maravilloso que es vivir con fe. Tú sabes exactamente qué es lo
que necesito, mas esperas que me acerque a Ti y con confianza te pida lo que
creo necesitar, por eso te suplico por el don de una fe viva.
Quédate conmigo
Señor
Has venido a visitarme
como Padre y como Amigo.
Jesús no me dejes solo.
¡Quédate, Señor, conmigo!
Por el mundo envuelto en sombras
soy errante peregrino.
Dame tu luz y tu gracia.
¡Quédate, Señor, conmigo!
En este precioso instante
abrazado estoy contigo.
Que esta unión nunca me falte.
¡Quédate, Señor, conmigo!
Acompáñame en la vida.
Tu presencia necesito.
Sin Ti desfallezco y caigo.
¡Quédate, Señor, conmigo!
Declinando está la tarde.
Voy corriendo como un río
al hondo mar de la muerte.
¡Quédate, Señor, conmigo!
En la pena y en el gozo.
Sé mi aliento mientras vivo,
hasta que muera en tus brazos.
¡Quédate, Señor, conmigo!
Padre Pío
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