Ser un signo



«Aquí hay uno que es más que Jonás» 
(Lc 11, 29-32)
Le piden a Jesús señales, cosas extraordinarias... pero Él les pide seguimiento, les pide vivir sus propuestas en lo cotidiano.
Tenemos que pasar de la admiración al compromiso.
Pedir signos para saciar las certezas, es querer meter a Dios en nuestro mundo de evidencias, de materialismo, de lucha de poder. Es pretender humanizar la trascendencia, cuando nuestra vida debe ser un signo trascendente en medio de este mundo deshumanizado.
¿Quieres saborear el verdadero sentido de la existencia? ¿Quieres experimentar un amor que sacia para siempre? Acércate a Jesucristo, muerto y resucitado por ti, Señor de la historia y del Universo, signo definitivo del amor del Padre.
La Iglesia es el gran signo de Jesús, tendremos que reflexionar y pensar qué signos estamos ofreciendo hoy al mundo, para que el mundo acepte el Evangelio. No les demos cualquier signo. Ofrezcamos aquellos signos que nos hacen creíbles como Iglesia de Cristo. .
Se necesitan cristianos valientes, comprometidos.
Que sepan ofrecer la Alegría del Evangelio en nuestro mundo.

Es hermoso ayunar para ti, Dios, vida nuestra

y dejar que el hambre profundice en nosotros
el deseo de un mayor amor.
Queremos seguir a Jesús en el desierto
y de nuestro despojo de cada día
renacerá un hombre nuevo,
fruto de la gracia y de la pobreza.
Bendito seas por la mesa del pan partido,
por el pan de los reconciliados
que se entregan sin miedo,
confiados en tus manos.
Bendito este día en que nos llamas
a descubrir la ternura de tu amor
a pesar de los senderos de cruz
por los que vamos caminando.



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