Signos humildes
“En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en
su tierra” (Lc 4, 24).
Dios se deja encontrar en lo sencillo y nos sale al
encuentro en los otros. Ábrete a esta luz, posibilita ese encuentro. Reconócete
como criatura en el corazón del universo. Ábrete al Dios que se acerca a través
de humildes signos. La fidelidad y la perseverancia, nos salvan.
Hoy el Evangelio nos advierte de la tentación de querer
poner a Dios a nuestro servicio y no reconocer que –por pura gracia– Jesús ya
nos ha reconciliado con el Padre, nos ha devuelto el gozo y la alegría y nos ha
entregado su misma Vida.
El profetismo requiere grandes dosis de humildad. Las
palabras son de Dios y hay que escucharlo. La voluntad que hay que cumplir es
la suya. La esperanza que hay que perseguir no es nuestra, porque a veces la
perdemos.
Jesús nos invita a romper con nuestras barreras. ¿Estamos
dispuestos a participar del amor universal y sin distinciones? ¿Quiénes son los
excluidos que deberíamos acoger mejor?
en el corazón de
la vida,
queremos hallarte
en lo profundo
de lo cotidiano.
Estás tan cerca
que es un error
salir en tu
búsqueda, lejos.
Estas presente
entre nosotros,
en cada uno, te
revelas en todo lo
que nos pasa día
a día.
Señor, ya has
venido, ya estas viniendo.
Ahora solo nos falta ver.
Ahora solo nos falta ver.
Sabemos que te
estas revelando siempre,
en cada sonrisa,
en cada problema.
Ábrenos, Señor,
el oído,
como una antena
abierta,
para escuchar tu
latido,
repetido en cada
ser humano,
sobre todos en
los más pobres
y oprimidos y
sepamos encontrarte.
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