¡Sal a buscar a tu hermano!
“Vete
primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu
ofrenda”
(Mt 5,20-26)
Hay muchas formas de ofender.
¡Da el primer paso para la reconciliación!
Matar no es sólo un acto físico, porque nos protegeríamos en razones obvias.
Hay maneras muy sutiles, discretas y diplomáticas de acabar con la vida. La lengua es un cuchillo afilado que corta con la crítica, el juicio y la mentira.
Tres armas poderosas.
La Cuaresma es también el tiempo favorable para ponernos a bien
con el hermano, perdonando deudas y ofensas, para poder entrar con Jesucristo
en el banquete del Reino, en la alegría y el gozo que nos trae la Pascua.
"Vete
primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu
ofrenda".
Nunca el odio y el rencor
han curado las heridas;
solo el amor y el perdón.
Nunca el odio y el rencor
han curado las heridas;
solo el amor y el perdón.
Vayamos a
reconciliarnos con nuestros hermanos
¿Con quién me tengo que reconciliar para que mi corazón
encuentre la paz?
No te dejes
llevar de la cólera contra tu hermano.
Reconcíliate con quien tiene quejas contra ti.
Ponte a bien con quien has ofendido.
Pide perdón por tus faltas...
Y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
No se puede amar a Dios si no se ama al hermano.
Reconcíliate con quien tiene quejas contra ti.
Ponte a bien con quien has ofendido.
Pide perdón por tus faltas...
Y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
No se puede amar a Dios si no se ama al hermano.
Dichosos
quienes sólo tienen ojos para ver el bien en los demás. Bienaventurados los que
han convertido su corazón y sienten la presencia de Dios en todo.
Benditos los que consiguen ver en cada persona su dignidad
y tratan a todos con amabilidad y respeto.
Dichosos los humildes.
Benditos los que consiguen ver en cada persona su dignidad
y tratan a todos con amabilidad y respeto.
Dichosos los humildes.
Coloquio de
entrega total
Ofrezcamos al Señor
toda nuestra existencia
y continua alabanza por la belleza de la vida y de las cosas…
porque la obra más grande que yo puedo hacer por mi Dios
es la de entregarme a su voluntad
sin ponerle ni el más mínimo estorbo…
Tengamos presente en todas nuestras acciones,
que estamos en este mundo como en un gran Templo,
y… como sacerdotes de él debemos ofrecer continua alabanza y servicio
a Dios nuestro Señor, en los hermanos.
y continua alabanza por la belleza de la vida y de las cosas…
porque la obra más grande que yo puedo hacer por mi Dios
es la de entregarme a su voluntad
sin ponerle ni el más mínimo estorbo…
Tengamos presente en todas nuestras acciones,
que estamos en este mundo como en un gran Templo,
y… como sacerdotes de él debemos ofrecer continua alabanza y servicio
a Dios nuestro Señor, en los hermanos.
(santa Rafaela María)
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