¡Ponte en marcha!
«Por entonces
viene Jesús desde Galilea al Jordán y se presenta a Juan para que lo bautice»
(Mt 3, 13-17)
El agua cae sobre mi cabeza y me recuerda que Dios me
renueva, me recrea, me libera a cada instante. Cada día abre el grifo de la
gracia y la derrama sobre sus hijos amados. Su voz vuelve a decirme:
"Jesús es mi hijo amado, mi predilecto. Escúchale, síguele, Él te traerá a
mí".
Reconocido en medio del mundo como Hijo. Es el comienzo
de una historia de anuncio y de vida, de mirar y llamar a las personas que se
encuentre. Algo nuevo comienza...
En el bautismo de Jesús sucede un evento que es también
una gran promesa para nosotros: el Dios Trinitario se revela. Dios habla con su
voz, el Espíritu desciende como una paloma y el Hijo revestido de autoridad
divina sale de las aguas para realizar la obra de nuestra salvación.
El bautismo de Jesús no es sólo de agua. Es también un
bautismo de fuego. Su Espíritu se derrama sobre nosotros como una llama que
arde en nuestro interior. Es un fuego que purifica y pone luz y calor en
nuestra vida. Un fuego transformador que impulsa, que llena de entusiasmo.
Jesús es el Hijo amado, el que pasó haciendo el bien.
Estás llamado a hacer lo mismo. ¡Ponte en marcha!
Es de Dios y nos
viene de Dios.
Es la Caridad de
Dios reflejada en sus criaturas libres.
La Solidaridad se vino con el Hijo hasta nuestra condición de pecadores.
La Solidaridad se vino con el Hijo hasta nuestra condición de pecadores.
Con Él, camina
más lejos de los cercados de la propia tribu.
Siendo divina, la realiza, sin embargo, nuestro corazón humano, la construyen nuestras manchadas manos de hombre, la comparten todos los hombres de buena voluntad,
Siendo divina, la realiza, sin embargo, nuestro corazón humano, la construyen nuestras manchadas manos de hombre, la comparten todos los hombres de buena voluntad,
creyentes y no
creyentes.
Es infinitamente de Dios e infinitamente nuestra.
Es infinitamente de Dios e infinitamente nuestra.
La Solidaridad es el Mundo al revés.
El Mundo dice
“mío”, “propiedad privada”;
la Solidaridad
dice “tuyo”, “de todos”.
El Mundo dice “compite”; la Solidaridad dice “comparte”.
El Mundo esconde su avaricia y hace ostentación de su poderío y generosidad; la solidaridad obedece la norma de Cristo: “que no sepa tu mano izquierda lo que da tu derecha”.
De tanto encomiar la economía liberal y el libre mercado, el Mundo se ha quedado sin esperanza; la Solidaridad, al identificarse con los hambrientos, sedientos, enfermos, perseguidos, marginados, se encuentra con el Señor de la Esperanza.
El Mundo dice “compite”; la Solidaridad dice “comparte”.
El Mundo esconde su avaricia y hace ostentación de su poderío y generosidad; la solidaridad obedece la norma de Cristo: “que no sepa tu mano izquierda lo que da tu derecha”.
De tanto encomiar la economía liberal y el libre mercado, el Mundo se ha quedado sin esperanza; la Solidaridad, al identificarse con los hambrientos, sedientos, enfermos, perseguidos, marginados, se encuentra con el Señor de la Esperanza.
El Mundo es pretérito, huele a sepulcro;
la Solidaridad
apuesta al futuro, tiene rostro de niño, nace cada día,
camina, se mueve, llora con el que llora, se alegra con el
que ríe.
El Mundo está apestado de viejo, congelado de frío en las bóvedas
de los Bancos; la Solidaridad
es doncella, corazón nuevo, para una tierra
nueva.
La Solidaridad, cuando nace de la caridad cristiana es esperanza, le
otorga el realismo
del amor de
Cristo en la Cruz, y la potencia de
vida de la Resurrección.
La Solidaridad cristiana es indiscriminada en su misericordia.
Como su Maestro
y Señor, escucha a todos,
comprende a los
incomprendidos, respeta a los
que el Mundo margina, defiende los
derechos de los hombres.
Conferencia
Episcopal Chile
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