Fraternidad
“El que cumple la
voluntad de Dios,
ése es mi hermano y mi hermana y mi madre...”
(Mc 3, 31-35)
Hazte consciente de la grandeza de ser hermano del Señor,
de entrar dentro de la familia de Dios... ¿soy consciente de lo que eso
significa?... En esta familia es difícil cumplir su voluntad; vivir en sintonía
con Dios exige hilar muy fino en nuestra vida, estando dispuestos a luchar
contra nuestra superficialidad y vivir más desde lo profundo, en sintonía con
lo que Él quiere... con su voluntad...
Hacer tu voluntad en los días oscuros y en los claros, en
las tristezas y en las alegrías, en cada momento.
Abrazar todo lo que me ayude a cumplir tu voluntad y
rechazar lo que me estorbe para seguirla, ése es el camino de la santidad.
Señor, dame la gracia de convencerme de que no hay vida más fecunda y hermosa
que la que se gasta cumpliendo con tu voluntad santísima.
La voluntad de Dios es el vínculo que crea lazos
indestructibles, y nos une en la esencia de quienes somos y para Quien somos.
Sólo amando hacemos la voluntad de Dios: en amarle a él y
amar a los hermanos está resumida la voluntad de Dios.
Donde está Jesús, hay fraternidad y uno permite que otro
entre en su vida, la corrija, la ame, la mire, la cuestione… Donde está Jesús,
reconocemos en la voz del hermano, la voz del maestro. Donde está Jesús, está
el Espíritu que nos enarbola el corazón y nos anima a seguir caminando al lado
de personas concretas que me aman y que me acogen.
Uno de los frutos más bonitos del Espíritu es la
comunión, la fraternidad. No te lo pierdas.
Qué suerte tener hermanos y hermanas que te quieren y se
preocupan por ti, que hacen lo posible por alegrarte la vida, por ayudarte en
momentos difíciles, que gozan en cada encuentro. Y cuánta gente sola,
desatendida, olvidada, necesitada de presencia amistosa, compañía y aliento.
Será voluntad de Dios todo aquello que colaboré en el
gran proyecto que Dios tiene para nosotros: la fraternidad. Que seamos
hermanos, que no nos sea indiferente lo que le pasa al otro, que le deje sitio
en mi vida.
El Espíritu Santo va transformando a quienes escuchan,
celebran y viven la Palabra de Dios, en el Cuerpo de Cristo, "madre"
y "hermanos" de Jesús, para la vida del mundo.
Pidamos a Nuestro Señor Jesucristo cumplir siempre La
Divina Voluntad de Su Padre Dios Celestial para poder ser realmente hermanos de
Él y si nos cuesta pidamos ayuda a Su Madre. La Santísima Virgen María como
Nuestra Mejor Maestra y Su Discípula. Amén.
Ayúdame a decir sí,
para responder a tu llamado,
que siempre me regala
un desafío nuevo,
un crecimiento posible,
una huella que se abre…
Ayúdame a decir sí,
que es decir no a muchas cosas
para responder con la vida
a Alguien que me llama,
porque me ama
y quiere lo mejor para mi vida.
Ayúdame, Señor,
a decirte que Sí.
Que así sea.
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