Me llamas Señor y te sigo
«No necesitan médico los sanos,
sino los enfermos»
(Mc 2,
13-17)
…”Dice el apóstol Pablo: «Despojaos del hombre viejo
con sus obras, y revestíos del hombre nuevo» (Col 3, 9-10)… Ésta ha sido la
obra que Cristo llevó a cabo llamando a Leví; le ha devuelto su verdadero
rostro y ha hecho de él un hombre nuevo. Es también por este título de hombre
nuevo que el antiguo publicano ofrece a Cristo un banquete, porque Cristo se
complace en él y merece tener su parte de felicidad estando con Cristo… Desde
aquel momento le siguió feliz, alegre, desbordante de gozo.
«Ya no me comporto como un publicano, decía; ya no soy
el viejo Leví; me he despojado de Leví revistiéndome de Cristo. Huyó de mi vida
primera; sólo quiero seguirte a ti, Señor Jesús, que curas mis heridas. ¿Quién
me separará del amor de Dios que hay en ti? ¿la tribulación? ¿la angustia? ¿el
hambre? (Rm 8,35). Estoy unido a ti por la fe como si fuera con clavos, me has
sujetado con las buenas trabas del amor. Todos tus mandatos serán como un
cauterio que llevaré aplicado sobre mi herida; el remedio muerde, pero quita la
infección de la úlcera. Corta, Señor, con tu espada poderosa la podredumbre de
mis pecados; ven pronto a cortar las pasiones escondidas, secretas, variadas.
Purifica cualquier infección con el baño nuevo.
«Escuchadme, hombres pegados a la tierra, los que
tenéis el pensamiento embotado por vuestros pecados. También yo, Leví, estaba
herido por pasiones semejantes. Pero he encontrado a un médico que habita en el
cielo y que derrama sus remedios sobre la tierra. Sólo él puede curar mis
heridas porque él no tiene esas heridas; sólo él puede quitar al corazón su
dolor y al alma su languidez, porque conoce todo lo que está escondido”…
San Ambrosio
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