Unidad, no uniformidad.
“Que todos sean uno…
Los has amado como me has amado a
mí”
(Jn 17,21.23)
El distintivo de la comunidad cristiana es el amor.
El
Padre nos regala hermanos y hermanas para hacer el camino en compañía.
Y Jesús
nos está invitando a una mirada capaz de ver toda la realidad: las pequeñitas y
grandes cosas habitadas por el misterio de la Trinidad.
Y el Espíritu nos
desafía a ver si somos capaces de ver en los hombres y mujeres que viven
junto a nosotros, más allá de toda apariencia que nos despiste, el misterio de
Dios que los habita. Imagina el mundo como una fuente donde todos puedan beber
el agua del amor de Dios.
Seguir a Jesús por amor, entregando todo tu corazón
La unidad aparece una y otra vez en el discurso de Jesús.
Unidad, no uniformidad.
Que seamos uno en el amor y en el mensaje.
Que en
nuestro obrar vean a Cristo como en Él veían al Padre.
Pide por los suyos
porque sabe que les envía a un mundo que acabará odiándolos.
Y pide también por
nosotros porque encarnamos unos valores que resultan anticuados.
Pide por
nosotros para que mantengamos la confianza en Él a pesar de todo.
- Señor, tú eres mi fortaleza.
¿Cómo es posible, mi Dios?
¡Me has amado como has
amado a Jesús!
¡Amas a todos como me amas a mí!
¿Cómo los amaré yo?
Cuando llenas mis velas
e impulsas mi navío hacia adelante,
hacia la luz que surge en el levante,
ella me atrapa y todo lo recrea.
Cuando soplas como el viento de la tarde
y tu presencia me envuelve y me transporta
se rompen las amarras, ya no importa
conocer el camino, Tú lo sabes.
Tú que trazas sendas siempre nuevas
y en las estrellas señalas el camino,
Tú que haces del horizonte mi destino
y arrancas mi bajel de la escollera.
Dame de tu brisa la sabiduría
para escuchar su Palabra y comprenderla
para abrir el corazón y contenerla
y en su Pasión emprender la travesía.
Tú que eres la brisa que besa la mañana
arrancando a las olas su sonrisa,
Tú que eres el manto tibio que suaviza
el frío que me trae la madrugada.
Acaricia con tu voz mi pensamiento
iluminando profecías en mi alma,
lléname de tu paz y de tu calma
y enciende en tu Amor mis sentimientos.
Tú que eres la pureza de una noche limpia
en la que el mapa del cielo se desvela
Tú que eres la luz que en misterio se revela
y das sentido a la historia que inhabitas.
Dame tus ojos para ver lo que Tú quieres
y la mirada que penetra los misterios,
rompe las cadenas de mi cautiverio
y hazme libre para elegir lo que prefieres.
e impulsas mi navío hacia adelante,
hacia la luz que surge en el levante,
ella me atrapa y todo lo recrea.
Cuando soplas como el viento de la tarde
y tu presencia me envuelve y me transporta
se rompen las amarras, ya no importa
conocer el camino, Tú lo sabes.
Tú que trazas sendas siempre nuevas
y en las estrellas señalas el camino,
Tú que haces del horizonte mi destino
y arrancas mi bajel de la escollera.
Dame de tu brisa la sabiduría
para escuchar su Palabra y comprenderla
para abrir el corazón y contenerla
y en su Pasión emprender la travesía.
Tú que eres la brisa que besa la mañana
arrancando a las olas su sonrisa,
Tú que eres el manto tibio que suaviza
el frío que me trae la madrugada.
Acaricia con tu voz mi pensamiento
iluminando profecías en mi alma,
lléname de tu paz y de tu calma
y enciende en tu Amor mis sentimientos.
Tú que eres la pureza de una noche limpia
en la que el mapa del cielo se desvela
Tú que eres la luz que en misterio se revela
y das sentido a la historia que inhabitas.
Dame tus ojos para ver lo que Tú quieres
y la mirada que penetra los misterios,
rompe las cadenas de mi cautiverio
y hazme libre para elegir lo que prefieres.
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