Mirar a los demás...
“El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido
adúltero con ella en su interior”
(Mt 5,28)
A través de los ojos entramos en contacto con lo que nos
rodea.
Lo que no vemos no existe y lo que vemos en más de una
ocasión nos quita la paz.
Saber mirar es un aprendizaje.
Mirar sin juzgar y sin buscar segundas intenciones.
Es el corazón quien interpreta lo que vemos o hacemos.
Cuando el otro es mero objeto, nuestra mirada siempre es
pecaminosa.
No es alguien, es algo.
Cuando obramos por el mero anhelo de ser más entramos en
una espiral de destrucción.
Lo nuevo de Dios siempre comienza a nacer en tu corazón.
Llevas dentro muchas semillas que, con cuidado, pueden
convertirse en propuestas de dignidad y belleza para los más débiles.
No miremos tanto lo que hacemos.
Miremos lo que amamos.
No miremos tanto lo externo.
No miremos tanto lo externo.
Miremos lo que desea nuestro corazón.
Otros os dirán otras cosas.
Otros os dirán otras cosas.
¿Escuchamos las que nos dice Jesús?
No lo de antes, sino lo de ahora.
No lo de antes, sino lo de ahora.
Tu mirar es amar.
Enséñame a mirar a los demás como tú los ves.
Enséñame a mirar embelleciendo a quien miro.
- Señor, que te vea en mis hermanos.
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