Jesús espera que nos fiemos de él.
“Y se extrañó de su falta de fe”
(Mc 6,6).
Jesús recorre los pueblos enseñando, curando.
Confía en cada uno de nosotros, cree en nosotros.
Jesús espera que nos fiemos de él.
Sólo en un clima de confianza puede brotar la amistad.
Cuando no buscamos controlar todo, podemos abrirnos
confiadamente a su amor y acogernos tal cual somos.
Aprende a confiar en Dios, en ti mismo, en los
demás.
El mensaje de Jesús no cuaja porque supone un cambio
radical.
Cuando no queremos reconocer que vamos equivocados «echamos
balones fuera».
«¿Qué sabrá
Él?»
«A saber si en su casa le aguantan»...
y así hasta auto-convencernos para seguir como estábamos.
Aceptar la verdad y obrar en consecuencia es don de Dios
y puede llegar por caminos bien diversos si estamos dispuestos a reconocerlo.
• Señor, que permita que realices milagros de conversión en mi vida.
Envíanos, Espíritu poderoso, el rocío de tu suavidad.
Concédenos la plenitud del Amor.
Labra el campo de nuestro corazón de carne, endurecido
para que reciba y haga fructificar la Palabra.
Tu aliento en nosotras hace brotar la bondad,
la sabiduría, la fe y la compasión.
Tú eres quien consagra a los apóstoles,
inspiras a los profetas,
instruyes a las mujeres y hombres sabios,
haces hablar a los mudos
y abres los oídos cerrados cuando estamos sordas.
Concédenos la gracia de hablar con certeza
del Amor que crea y sostiene nuestra vida,
del camino del servicio que conduce a la alegría
y de mostrar con nuestra vida ese sendero a otras personas.
A la hora de intentar comunicar tu Palabra,
que tu sabiduría nos acompañe,
para que sepamos decir lo que es útil y oportuno.
A ti gloria, con el Padre de bondad,
con el Hijo, hermano nuestro,
ahora y por los siglos de los siglos.
Amén.
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