Vivir con Él, en Él, por Él.
El que se acerca a Jesús busca la receta de la vida eterna. Quiere saber lo que tiene que hacer porque ha seguido las instrucciones de los Diez Mandamientos. Jesús le rompe el esquema. No tiene que hacer, sino deshacer. Dejar al dios dinero que lo atrapa, y seguirlo.
Tres preguntas:¿Qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?
¿Dónde poner la confianza?
¿Quién puede salvarse? Una única respuesta:
Vivir con Él, en Él, por Él.
Una cosa es ser buena gente y otra cosa es ser cristiano. Aquel joven rico era buena persona, no había hecho daño a nadie. Pero Jesús le indica que aún le falta algo: que desprendido de todos sus bienes, le siga. No quedemos a mitad de camino. Sigamos las huellas del Maestro
Sólo Dios puede salvarnos, sólo su amor hará posible el encuentro con Él, su misericordia borrará nuestros pecados, su abrazo se convertirá en felicidad eterna. La salvación no se consigue por el cumplimiento sino por el amor entregado y gratuito de Dios.
Señor, no dejes de mirarnos con afecto a pesar de nuestros egoísmos e ingratitudes. Tú puedes sacarnos de dudas y regalarnos aquello que, con nuestras solas fuerzas, no podemos conseguir. Decimos, con la boca pequeña, que estamos dispuestos a seguirte, pero nuestra vida diaria va por otro camino. Así como otros dejaron la mesa de impuestos, las redes, a sus padres… haznos capaces de decidirnos por todo lo que lleva a la vida eterna.
Ser testigos de Cristo implica un compromiso personal. Implica dejar a un lado lo accesorio y caminar, con sencillez, por el camino auténtico
«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo». Lo que es imposible para los humanos, es gozosa y fácilmente posible para Dios. La salvación es un don de Dios, como la creación, como la vida, como el amor. Estar en este mundo no ha sido iniciativa nuestra, ha sido deseo de Dios. La vida sobreviene y nosotros la acogemos sorprendidos. Nunca será una posesión, ni un proyecto propio. Si descubriéramos cuanto amor hay entregado detrás de cada biografía. Si en vez de acumular riquezas nos dedicáramos a compartirlas. Entenderíamos mejor que ya recibimos el ciento por uno.
Instrucciones
Puedo buscarte,
con una brújula
que apunte hacia dentro.
Es inútil.
El mapa más vistoso,
trazado a base de rutina e inercias,
no ha de llevarme a ti.
Si te persigo
al final de una cascada
de palabras, tan hermosas
como vacías,
no estarás en esa agua.
En el amor calculado,
en la profecía sin riesgo,
en el compromiso medido,
o el evangelio con precio,
tampoco te encontraré.
Hay que ser Zaqueo
encaramado a lo más alto,
joven rico vencedor del miedo.
Hay que ser Magdalena
levantada del suelo,
o discípulo, que encarando
la tormenta, se lanza a tu encuentro.
Hay que ser Pedro desconcertado,
Tomás cuestionado, Pablo ciego.
Hay que ser aprendiz de justicia,
alfarero de lealtades eternas,
constructor de tu reino.
(José María R. Olaizola, SJ)
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