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Velad


"Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá."
(Lc12,39-48).

Se nos da diariamente mucho. Lo que a veces no nos damos cuenta. Con una facilidad grande normalizamos lo asombroso. Y nos acostumbramos a qué todo funcione. La salud, las capacidades, los talentos, lo profesional, las relaciones, la vida en general. Valoramos las cosas cuando las perdemos. Por eso nos invita Jesús a despertar, a estar atentos y sobre todo a agradecer cada segundo de vida compartido y entregado.


“Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”
Esperar la venida del Señor exige una vigilancia activa. El Señor viene en los necesitados; en cada uno de ellos el Señor nos espera. Jesús, que no viene a juzgar sino a servir, nos invita a mantenernos despiertos, preparados en actitud de servicio. Mantener viva la esperanza en la venida del Señor nos ayuda a ver las cosas con hondura, descubriendo en ellas la llamada que nos hace el Señor.

Mi fuerza y mi esperanza eres Tú, Señor,
en Ti confío, no temo.
Mi gozo y mi descanso está en Ti, Señor.
Tu Amor despierta las fibras de mi amor para servir.

La esperanza cristiana poco tiene que ver con una espera pasiva, de brazos cruzados, de quien ha de llegar nos guste o no, sin intervenir en su llegada. La espera activa, sin embargo, acelera o anticipa la llegada del Esperado con la preparación.

El dueño de la casa es el Señor, y los demás somos servidores. Cuando no se entiende la misión como servicio, se comprende como dominio. Los administradores se creen señores, y abusan, explotan y maltratan a los demás. Atención y no confundir: servir y no servirse.


«Al que mucho se le confió, más aún se le pedirá»
No podemos pensar que a todos se nos pedirán las mismas obligaciones. Aquellos que tienen una mayor responsabilidad en el anuncio y testimonio del evangelio más se le exigirán que hagan realidad la misericordia del que los envió.

Se nos ha dado mucho. Le hemos conocido, respondamos. Hemos podido escuchar su Evangelio, digámosle que sí. Su propuesta no es extraña para nosotros, respondamos con gestos y palabras en la construcción del reino. No estamos solos, dejemos atrás el miedo. Nos mira con ternura cada día, hace salir el sol para todos, respondamos con una mirada de bondad al hermano, no tapemos el regalo de su luz para todos.


"Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá
".
Se nos da diariamente mucho. Lo que a veces no nos damos cuenta. Con una facilidad grande normalizamos lo asombroso. Y nos acostumbramos a qué todo funcione. La salud, las capacidades, los talentos, lo profesional, las relaciones, la vida en general. Valoramos las cosas cuando las perdemos. Por eso nos invita Jesús a despertar, a estar atentos y sobre todo a agradecer cada segundo de vida compartido y entregado.

Velad

Atiende.
No por miedo
o agobio; ni por obligación.
No por mandato.

Atiende… por esperanza.
Con la ilusión del crío,
el estómago aleteando
de pura impaciencia,
los pies bailando,
y los ojos inquietos
desnudando el horizonte.
Muévete, busca,
trastea en cada rincón
de la vida, interroga
a todos los rostros,
«¿acaso eres tú?»
Escudriña, descifra
una verdad liberada
más allá del muro de las apariencias.

La respuesta está a tiro.
Es palabra, profecía y promesa.
Es memoria e historia,
es futuro.
Es Dios, que vino,
que viene y vendrá.
Es el único anhelo
que merece
que le entregues
todo.

Atiende.
El Amor va a pasar.


(José María R. Olaizola, SJ)


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