Aprendiendo de Él.
Las líneas del poder que establece Jesús están perfectamente definidas. Mirándolo a él y contemplando sus acciones descubrimos que los puestos de honor están en las cruces, la grandeza en el servicio y la importancia en la entrega. No nos confundamos.
Tratar de ser los primeros, sin importar cómo y a costa de quién, no es “muy cristiano”. ¿Vives para servir… o para ser servido?
«Señor, queremos que nos concedas lo que deseamos…» No empiezan mal los zebedeos. Su petición es como arrancarían muchas otras oraciones. La clave es lo que viene después… ¿Cuál es ese deseo hondo, que te define y que uno a veces ni se atreve a expresar?
"El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos." En el fondo todos persiguen los primeros puestos que piensan que garantiza la alegría. Jesús descubre la lentitud que tienen para entrar en el camino de la sabiduría de Dios. Todavía están muy pegados a lo humano, incapaces de levantar la mirada hacia la vida eterna. Solo desde la plenitud de vida que Jesús vive se entiende la grandeza de buscar el rescate de todos aquellos hermanos que siguen esclavos de la ambición desmedida, del acumular poder y riquezas, de vivir centrados en sí mismos e incapaces de dar su propia vida por amor.
El Señor no quiere que sus seguidores vivamos peleando por los primeros puestos. Eso hace los que aún no han aprendido a amar. Para Jesús grande es el que se pone a servir, el que se abaja y se hace pequeño, el que se olvida de sí y busca el bien de los más vulnerables. ¡Servir!
El primero el que más sirve. Servir hasta el extremo. Darse hasta dar la vida. El servicio no da medallas, el servicio facilita encuentros y da valor a los otros.
DÍA DEL DOMUND: DE LA MISIÓN Y LOS MISIONEROS que se hacen pequeños para que otros crezcan, que dejan sus países para llevar la Buena Noticia a todo el mundo, que son felices cuando hacen felices a otros... Oremos por ellos y ayudemos en lo posible.
Si puedo
Si puedo hacer,
hoy, alguna cosa,
si puedo realizar algún servicio,
si puedo decir algo bien dicho,
dime cómo hacerlo, Señor.
Si puedo arreglar un fallo humano,
si puedo dar fuerzas a mi prójimo,
si puedo alegrarlo con mi canto,
dime cómo hacerlo, Señor.
Si puedo ayudar a un desgraciado,
si puedo aliviar alguna carga,
si puedo irradiar más alegría,
dime cómo hacerlo, Señor.
(Grenville Kleiser)
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