Señor

 


“¿Por qué hacéis en sábado 
lo que no está permitido?”  
(Lc 6,1-5)   

 

La Ley no está para empequeñecer o reprimir la vida de las personas. Esta para proteger y cuidar. Jesús nos enseña a vivir una libertad que hace del amor la prioridad. Hace de la aproximación y del encuentro la forma de relacionarnos y crecer entre las personas. Vivir a tope no es ir saltando normas. Es hacer de la propia vida una entrega para el otro.

La ley que no pone en el centro a la persona, degrada, devalúa aliena al ser humano. Lo convierte en presa de intereses personales arbitrarios que olvidan su dignidad. Dar de comer, sentirse querido, saberse reconocido, dejar que Dios haga su obra en cada persona.

«El Hijo del hombre es señor del sábado». Es Señor que está por encima de los mínimos de la norma, es Señor de los máximos que implica amar. El amor es mucho más que el sábado, el precepto... el amor es la libertad hecha verdad en la elección de una relación con Él que da vida.

Siempre corremos el riesgo de que la referencia para la vida pase de ser Jesús a ser una ideología. Esta crea esclavitud, Jesús alienta la libertad. Si vas hoy a la eucaristía, que sea como respuesta de amor a la invitación de Jesús, y no como una obligación a una norma. 

Gracias, Jesús. 
Tú rompes todo límite. 
Solo el amor va siendo luz para el camino.
EL HIJO DEL HOMBRE ES SEÑOR DEL SÁBADO. 
Y yo, ¿utilizo la ley para condenar o para salvar? 
Señor, Tú nos ofreces tu palabra y tu ley, 
para compartir con nosotros tu sabiduría, 
para que conducirnos por el camino de bien, 
para buscar la concordia y la paz.


 

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