¡No antepongas nada al amor de Dios!
El Evangelio de hoy es de los que escuecen, porque pone el dedo en la llaga: "no podéis servir a Dios y al dinero". Es imposible ser fiel a un Dios que es Padre de todos y vivir al mismo tiempo esclavo del dinero y del propio interés.
El dinero es un ídolo de inmenso poder. Cuando el vil metal ocupa el lugar que le corresponde a Dios, el ser humano deja de ser dueño para convertirse en esclavo. Para ser libres nos ha liberado Cristo.
La ambición y el afán de riquezas despiertan una creatividad desmedida. Jesús reclama de nosotros esa misma creatividad para el bien. Ojalá que el proyecto del Reino despierte en nosotros el deseo de implicar lo mejor de nosotros para su realización. Sólo al dar todo lo que somos y tenemos se obra el milagro.
Estamos llamados a ser creativos en hacer el bien, con la prudencia y la astucia del Evangelio, usando los bienes del mundo, no sólo los materiales, sino todos los dones que hemos recibido, no para enriquecernos, sino para generar amor fraterno y amistad social.
El Evangelio de hoy, nos invita a ser fieles a los pequeños detalles y a no poner el corazón en los bienes materiales. El que es fiel en lo poco lo será en lo mucho; y no se puede servir a Dios y al dinero. ¡No antepongas nada al amor de Dios!
Que la oración nos haga poner a Dios en el primer lugar de nuestro corazón; y el poder y las ansias de dinero, lo último.
José María Rodríguez Olaizola
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