Dos maneras de vivir
Hay muchos mundos distintos en este mundo nuestro. El de los ricos y poderosos. El de los pobres y oprimidos. El de los que viven de la imagen pública. El de los sencillos con vidas anónimas. El de los violentos. El de los que buscan paz. Y hemos sido elegidos para amar y servir.
Tenemos necesidad de transformación interior. La humildad, la sencillez, son esenciales para abrir el corazón de Cristo. Sin embargo, la soberbia, el orgullo, la vanidad nacen del egoísmo. ¿Qué actitud te planteas para cambiar?
La parábola de Jesús muestra dos actitudes. Se dirige a quienes se consideran justos y desprecian a los otros, como el fariseo. Cumplidor, crítico con los demás pero alejado de Dios y de todos. Y el publicano, humilde y necesitado. ¿Te miras o juzgas a los demás?
El publicano, en la oración, se siente pecador. Facilita la escucha desde la verdad. Parte de la humildad del reconocimiento de la pequeñez, la debilidad y el pecado. Dios lleva la iniciativa. Deja sitio al regalo y facilita el encuentro.
El Espíritu, para discernir nuestra oración, nos pregunta: ¿Os veis como justos? ¿Os sentís seguros de vuestra conducta? ¿Despreciáis a quienes no viven como vosotros? Recordamos que el Dios de nuestro Señor Jesucristo aprecia a los humildes que no tienen otro agarradero que la misericordia.
Mira con misericordia, y serás mirado con Misericordia, por Jesús. No te detengas a juzgar, sencillamente da de lo que quieres recibir.
Señor, toma mi vida y guíala
Pidamos a Cristo que nos enseñe
Señor, hoy como el publicano nos acercamos a Ti,
Señor, queremos amarte,
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