Ir al contenido principal

Verdad y libertad

 

«Si permanecéis 
en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». 
(Jn 8,31-42).

A veces alardeamos de ser sus fieles seguidores, pero no somos capaces de escuchar la palabra que es sabiduría, que da vida en la relación con Dios y los hermanos aceptando la diferencia y construyendo en la unidad. Permanecer es quedarse, es saber que la palabra "esperanza" contiene otra palabra: "espera". En tiempos de desolación no hay que hacer mudanza. Por eso Jesús espera con la confianza intacta en el Padre. Confiemos también nosotros. Aunque todo se tambalee somos discípulos de aquel que está con nosotros todos los días, impulsando, acompañando, consolando, alegrando. Hagamos de nuestro día una página imborrable de nuestra historia.


La verdad nos hace libres. La Verdad es Jesucristo. En él, que es la Verdad, seremos libres. Nos libera del pecado que nos atrapa en el mal. Nos invita a una vida nueva. Libres de las ataduras de la mentira y el egoísmo. Para acercarnos a Dios con sencillez y necesidad.

Habitualmente entendemos por libertad algo muy distinto a lo que indica la frase del Señor. Creemos que la libertad se asienta en la voluntad arbitraria y caprichosa, o en lo que apetecemos en cada momento. Sin embargo, lo que realmente nos hace libres es vivir en la verdad. Libertad la que Él nos da para seguirle, para responder. La que genera un proyecto de vida y la perseverancia. La que no hace ser a 'imagen y semejanza de Dios'. La que nos da el título de 'rey' recibido en el bautismo.  La que nos lleva a vivir con vocación.

Él es la Verdad y según dice Él, "la verdad os hará libres". Libres a su lado, libres permaneciendo con Él, libres al dejar todo para seguirle, libres de responder con la vida, libres de renovar la fe cada día, libres de buscarle por cada rincón, en cada relación. Libres es hacer un proyecto de sentido con el Evangelio y tener la disponibilidad total para servir al que sufre.


Ayúdanos, Señor, a reconocer que la verdad está fuera de nosotros y que solo ella (solo tú) nos hace libres. Señor, ayúdanos a abrir nuestros corazones a tu verdad, a seguirte con valentía y humildad. Que podamos renunciar a cualquier cosa que nos ate al pecado y abrazar la libertad y la vida que encontramos en ti. Señor, libéranos de tantas ataduras que tenemos y de las que no somos conscientes.

El pecado nos hace esclavos, pero Cristo nos libera definitivamente. ¿Qué pecados son los que más me atan? ¿Estoy dispuesto a alejarme de ellos?

 

Libres

Libres para decir no.
Liberados de la hipocresía, la violencia,
la mentira, la oración vacía, el qué dirán,
la comodidad enquistada, las jaulas de oro,
la búsqueda enfermiza de aprobación,
los apegos que controlan la voluntad,
la indiferencia ante los pobres.
Liberados en ti, Señor.

Libres para decir sí.
Libres para liberar y servir,
para amar y perdonar,
para anunciar y denunciar.
Libres para soltar los miedos en ti.

Libres para decir no. Libres para decir sí.
Libres para ir a tu viña. Libres en ti, Señor.


(Fermín Negre) 


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

“Cuando oréis decid: “Padre”  (Lc 11,2).    Los discípulos fascinados por las palabras y gestos de Jesús se preguntan: ¿De dónde le nace tanta vida al Maestro? Por eso le piden que les muestre el manantial que lleva en el interior, que les enseñe a orar, que les revele “eso” que le lleva a entregar la vida, gratuitamente, por los caminos.   Acoge en silencio profundo la palabra más bella, más entrañable y más nueva que Jesús lleva en su corazón: ¡Abba!   ¿Cuántas veces has dejado de orar? Por dejadez, desánimo...hay mil causas. El Padre es bueno, te espera paciente y sabe que en el fondo de tu corazón anhelas estar cerca de Él. Dile confiado: "Señor, enséñame a orar" En este mundo a veces tan chato y funesto donde pareces no estar, Señor, enséñanos a orar.  Sí, enséñanos a orar, a tener claro y a recordar que somos tuyos y no nuestros. Orar es conectar con la raíz del ser; es entrar en la onda del Padre, sin...

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015