Somos importantes

 


 "Yo soy el Buen Pastor"  

(Jn 10,11-18)

 

"Vino el Buen Pastor, que dio su vida por sus ovejas…, y encontró a la oveja perdida, y después de haberla hallado la cargó sobre los hombros..., y tomándola la llevo a la vida de arriba y la contó entre las que habían permanecido en el redil". (Gregorio Nacianceno).

Cuarto domingo de Pascua, domingo de Jesús el Buen Pastor. Dejémonos cuidar, amar, sanar y guiar por él y por la Iglesia, su sacramento universal de salvación. 

Necesitamos de alguien que motive nuestra existencia. Que nos reconozca con nuestro propio nombre. Que nos trate con dignidad y delicadeza. Como Jesús, nada ni nadie
Entre tantos falsos pastores y guías ciegos, Él es la luz, el Buen Pastor.

Tú eres esa oveja por la que Jesús deja todo o más bien da todo para encontrarte.
No importa que tan lejos o cerca te pierdas, Él siempre te busca y encuentra la manera y los medios para llegar a ti.
¡El Señor es mi pastor, nada me falta!


“Para Jesús somos personas únicas. Nos conoce por nuestro nombre, sabe nuestras fortalezas y debilidades y está siempre dispuesto a sanar las llagas de nuestros errores.
Su amor no es selectivo. Abraza a todos”. (Francisco).

Palabras
del Buen Pastor
para ti:  

Confía.
No temas.
Estoy contigo
en este preciso instante.
Déjame curar
todas tus heridas.
Te llevo en mis brazos
y te tengo tatuado
en mi corazón.

En este Domingo del Buen Pastor oremos especialmente por las vocaciones, para que el Dueño de la mies mande a su Iglesia muchos y santos sacerdotes, con capacidad de servicio y entrega a Dios y a su pueblo, que sepan transmitir el amor infinito del Padre 

 


El Señor es mi pastor, nada me falta.
En verdes praderas me apacienta,
me conduce hacia fuentes de descanso

y repara mis fuerzas

Conoces mis proyectos e ilusiones,

me guías por caminos de justicia,

me enseñas los tesoros de la vida

y silba canciones de alegría.

Aunque pase por cañadas oscuras

no tengo miedo a nada,
pues Tú estás junto a mí protegiéndome de trampas y enemigos.

Tu vara y su cayado me dan seguridad

Aunque mis trabajos sean duros y urgentes

no me agobia ni pierdo la paz,
pues tu compañía procura serenidad a mi obrar,

plenifica mis anhelos y mi ser,
y hace inútil todo febril activismo.

Cada día pronuncia mi nombre

con ternura y me llama junto a ti.
Cada mañana me unges con perfume;

 y me permite brindar,

cada anochecer, con la copa rebosante de paz.

Me has preparado un banquete de amor fraterno

 para celebrar mi caminar por el mundo.
En él me revelas quiénes son tus preferidos

y cuáles han de ser mis sendas del futuro.

¡Gracias, Señor, que me creas, sostiene y guía

con tu presencia cargada de vida!

Adaptación Salmo 23

 


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