Amar
“Amarás al Señor, tu Dios,
con todo tu
corazón”
(Mc 12,28-34)
No endurezcas tu corazón.
Escucha la voz del Señor.
Ábrelo a su Palabra.
En ella está la puerta que nos adentra en su Reino:
Amar a Dios con todo nuestro corazón y amar al prójimo
como a nosotros mismos; mucho más importante que todos los sacrificios
rituales.
¡Quién pudiera amar así!
Con todo el corazón.
¡Quién pudiera amar así!
Con toda el alma.
¡Quién pudiera amar así!
Con toda la mente.
¡Quién pudiera amar así!
Con todo el ser.
¡Quién pudiera amar así!
Si algo necesitamos en nuestra forma de relacionarnos es
humildad, empatía, respeto.
Un corazón lleno de misericordia que reconozca su propia
pobreza y sea capaz de acoger con amor, ternura y compasión la pobreza del
prójimo.
Si amas, todo lo que hagas y digas estará lleno de amor.
La única ley:
AMAR.
No estás lejos del Reino de Dios.
Jesús resume todo su programa en una sola palabra:
AMOR.
¿Es el amor la guía de nuestra vida?
¿Nos queremos solamente a nosotros?
El Amor a Dios, el discernir su voluntad, nos impulsa a
valorarnos a nosotros mismos y a querer y respetar al otro.
Y amando al hermano, estamos haciendo fraternidad y
cumpliendo la voluntad y amando a Dios.
La esencia del Reino es el Amor.
La Cuaresma consiste en seguir el camino de Cristo a su
Pascua.
Ese camino es de entrega, de amor total.
Y no sólo necesito amar a aquella persona que menos
quiero, sino que también puedo (y debo) amar al que lo necesita.
Jesucristo ha amado al Padre con todo su corazón, con
toda su mente y con todas sus fuerzas, y al prójimo como a sí mismo.
Y nos ha entregado su Espíritu, que nos hace experimentar
ese mismo amor, un amor que destruye el pecado y la muerte.
¡Qué bueno eres,
Dios mío!
¡Qué bueno es confiar en ti!
Solo tú mereces mi adoración y mi alabanza.
Siento, de verdad, de qué soy capaz.
Siento que puedo poner en ti
toda mi confianza.
Creo que tú me ayudas a tomar en serio
mis sueños de libertad y de belleza, de justicia
y de amor, y que puedo colaborar
en hacer un mundo mejor.
¡Qué bueno es confiar en ti!
Solo tú mereces mi adoración y mi alabanza.
Siento, de verdad, de qué soy capaz.
Siento que puedo poner en ti
toda mi confianza.
Creo que tú me ayudas a tomar en serio
mis sueños de libertad y de belleza, de justicia
y de amor, y que puedo colaborar
en hacer un mundo mejor.
Comentarios
Publicar un comentario