La plenitud es el amor
“Quien los cumpla
y enseñe será grande”
(Mt 5, 17-19)
Creemos, sí.
Pero, ¿practicamos?
Que la lista de los Mandamientos nos la enseñaron desde
pequeñitos, pero a veces parece que se nos olvida...
"¿Dónde hay un Dios tan cercano como
nuestro Dios?" (Dt 4,7)
Tan cercano, que
por amor al hombre, se hizo hombre.
Tan cercano, que
su Espíritu habita por la fe en nuestros corazones.
Ciertamente, la cercanía,
el abrazo, la acogida, la ternura, son de nuestro Dios.
"... los sucesos que vieron tus ojos,
que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y
nietos". (Dt 4,9)
Todo empieza en
casa, haciendo del hogar el primer lugar donde contagiar la fe y el amor en
familia.
Jesús es la Palabra viva del Padre, el que da plenitud a
todas las cosas.
Él ha purificado la ley, la ha llevado más allá de los
esquemas humanos.
Nos lleva a mirar con los ojos de Dios.
La plenitud de la ley es el amor.
El mandato es el amor, el camino, es el amor.
Señor, yo sé que
tus caminos son exigentes.
Tú crees que yo soy capaz
de escalar más alto, de salir de mi egoísmo.
Pero a mí me gusta andar a ras de tierra.
Ayúdame a confiar más en ti y a seguir
tus mandamientos con más convicción.
Ayúdame a caminar contigo y hacia ti.
Tú crees que yo soy capaz
de escalar más alto, de salir de mi egoísmo.
Pero a mí me gusta andar a ras de tierra.
Ayúdame a confiar más en ti y a seguir
tus mandamientos con más convicción.
Ayúdame a caminar contigo y hacia ti.
Toda la Escritura está mirando a Jesucristo, donde
encuentran su cumplimiento las promesas hechas a Adán, Eva, Noé, Abraham,
Isaac, Jacob, David…
Acerquémonos a la Palabra de Dios con humildad, para que
también se haga vida en nosotros.
La novedad del evangelio es asumir la mirada de
Jesús.
No se trata de nuestra mentalidad, nuestras normas,
nuestra manera de ser y de ver.
La vocación es disponibilidad radical y total
Nos jugamos la Vida hasta en los más pequeños detalles:
un beso, una palabra, una sonrisa, una caricia, una mensaje, un “gracias”, una
mirada, un “por favor”, una invitación, una pregunta...
Sé grande en las cosas pequeñas, en lo cotidiano.
La grandeza del hombre está en su corazón y es capaz de
hacer lo ordinario, extraordinario si se hace con el amor de Dios desde el
corazón.
Los demás se inundarán de ese amor y también harán las
cosas así, en Dios.
Dios es amor.
Y quiere que el hombre sea amor.
Dios no nos ama impulsado por la ley.
Dios nos ama por la fuerza de su amor.
Incluso si el amor nos lleva a dar la vida por los demás.
Ahora, la Ley de Dios no se encuentra en un libro.
Y quiere que el hombre sea amor.
Dios no nos ama impulsado por la ley.
Dios nos ama por la fuerza de su amor.
Incluso si el amor nos lleva a dar la vida por los demás.
Ahora, la Ley de Dios no se encuentra en un libro.
Está, toda ella, clavada en la Cruz.
Por eso, la mejor ley de un cristiano es la Cruz.
La mejor ley del cristiano es el Crucificado.
Mirándole a él no necesitamos de más leyes.
La mejor ley del cristiano es el Crucificado.
Mirándole a él no necesitamos de más leyes.
Allí reside la plenitud de la Ley, y allí se encuentra la
sublimación del Amor.
Basta una mirada amorosa para entenderlo todo, y basta un
abrazo para que todo sea cumplido.
Qué fácil es contigo
Qué fácil es contigo.
Qué fácil cuando te sientes acompañado.
Que fácil cuando eres habitado por Otro.
Qué fácil cuando sobran las palabras
y es entonces cuando fluyen con mayor agilidad.
Qué fácil sostener el silencio,
el bullicio, la agitación y el consuelo.
Qué fácil es contigo.
Gracias, Señor.
Qué fácil cuando te sientes acompañado.
Que fácil cuando eres habitado por Otro.
Qué fácil cuando sobran las palabras
y es entonces cuando fluyen con mayor agilidad.
Qué fácil sostener el silencio,
el bullicio, la agitación y el consuelo.
Qué fácil es contigo.
Gracias, Señor.
(Lola Vegas)
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