Las 3 armas del cristiano
“Cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la
cara”
(Mt 6,17)
La Palabra de Dios
en el comienzo de la Cuaresma nos propone la línea para un programa de
conversión, de superación de nuestra mediocridad, de acercamiento a Dios y a
las demás personas.
Jesús no nos anima a hacer cosas nuevas o extrañas, sobre todo, nos invita a purificar nuestras intenciones, nuestros objetivos: hacer las cosas, no para sentirnos mejor, ni para que los demás nos aplaudan, sino para que nos vea nuestro Padre que está en lo escondido.
Jesús no nos anima a hacer cosas nuevas o extrañas, sobre todo, nos invita a purificar nuestras intenciones, nuestros objetivos: hacer las cosas, no para sentirnos mejor, ni para que los demás nos aplaudan, sino para que nos vea nuestro Padre que está en lo escondido.
Jesús nos invita a:
- Compartir con los demás lo que somos y tenemos (Limosna).
- Estar en contacto con el que nos alimenta y nos da vida (Oración)
- Privarnos de lo que no es imprescindible (Ayuno), para poder compartir con los demás y para que en nuestro corazón tenga sitio el único que es necesario: Dios.
- Compartir con los demás lo que somos y tenemos (Limosna).
- Estar en contacto con el que nos alimenta y nos da vida (Oración)
- Privarnos de lo que no es imprescindible (Ayuno), para poder compartir con los demás y para que en nuestro corazón tenga sitio el único que es necesario: Dios.
Fuera el postureo y los "quedabienes".
¡Haz las
cosas de corazón!
¿Cuál es tu plan para esta Cuaresma?
Nacen en lo escondido.
Pero todos perciben su perfume.
Limpia tus gestos con la verdad, deja que el aire fresco del Espíritu purifique
tus actitudes.
No pretendas ser más ni menos de lo que eres.
Asómbrate de estar
con Quien te ama.
Libéranos, Señor, de la búsqueda del aplauso.
Señor, un día cayó agua sobre esta frente
que hoy lleva el sello de la ceniza.
Era el agua bautismal que no se ha secado aún,
pero que se ha llenado de lodos y fango.
El camino polvoriento nos manchó
y nos mancharon los otros que con nosotros caminan.
Venimos ante ti, Señor,
reconocemos que no cumplimos tu voluntad,
pero, Señor, tú sigues siendo nuestro Dios
y, con nuestra fragilidad a cuestas,
no dejamos de marchar hacia Ti,
hasta que tu mano nos acaricie
y recibamos el beso de la acogida que nos prometes.
Conviértete de corazón
y no te preocupes tanto por la fachada;
Jesús te conoce de sobra, mejor que tú.
Ubícate bien en la vida,
acude al desierto y no te des a la fuga;
que el evangelio sea tu GPS y guía.
Ayuna como a Dios le gusta:
levántate todos los días con hambre de justicia
y acuéstate con hambre de Dios y de vida.
Reza cerrando las puertas a la desidia,
a los ruidos, cumplimientos y prisas,
y ábrelas a Dios para que se instale como quiera.
Escucha la melodía del Padre que nos enamora
a través de las ondas de la creación entera;
pon tu corazón en sintonía todos los días.
Sana tu cuerpo y espíritu, en este tiempo,
con la brisa, el agua, la cruz y el servicio;
déjate curar por quien ama a los heridos.
Mira a tu alrededor y no andes perdido;
discierne los signos de los tiempos.
y acércate a los que están solos y perdidos.
Sube a las cumbres que te desafían,
baja a los abismos que dan vértigo
y anda erguido por los caminos de la historia.
Ama sin murallas y sin remilgos:
así entenderás al Dios de la vida
y llegarás lista a la pascua florida..
Florentino Ulibarri
que hoy lleva el sello de la ceniza.
Era el agua bautismal que no se ha secado aún,
pero que se ha llenado de lodos y fango.
El camino polvoriento nos manchó
y nos mancharon los otros que con nosotros caminan.
Venimos ante ti, Señor,
reconocemos que no cumplimos tu voluntad,
pero, Señor, tú sigues siendo nuestro Dios
y, con nuestra fragilidad a cuestas,
no dejamos de marchar hacia Ti,
hasta que tu mano nos acaricie
y recibamos el beso de la acogida que nos prometes.
Conviértete de corazón
y no te preocupes tanto por la fachada;
Jesús te conoce de sobra, mejor que tú.
Ubícate bien en la vida,
acude al desierto y no te des a la fuga;
que el evangelio sea tu GPS y guía.
Ayuna como a Dios le gusta:
levántate todos los días con hambre de justicia
y acuéstate con hambre de Dios y de vida.
Reza cerrando las puertas a la desidia,
a los ruidos, cumplimientos y prisas,
y ábrelas a Dios para que se instale como quiera.
Escucha la melodía del Padre que nos enamora
a través de las ondas de la creación entera;
pon tu corazón en sintonía todos los días.
Sana tu cuerpo y espíritu, en este tiempo,
con la brisa, el agua, la cruz y el servicio;
déjate curar por quien ama a los heridos.
Mira a tu alrededor y no andes perdido;
discierne los signos de los tiempos.
y acércate a los que están solos y perdidos.
Sube a las cumbres que te desafían,
baja a los abismos que dan vértigo
y anda erguido por los caminos de la historia.
Ama sin murallas y sin remilgos:
así entenderás al Dios de la vida
y llegarás lista a la pascua florida..
Florentino Ulibarri
Comentarios
Publicar un comentario