Dar la vida
“El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan,
sino para dar su vida en rescate por muchos”
(Mt 20,28)
Servir no es algo extra a nuestra vida.
Es nuestra
identidad.
Cuando ponemos nuestras habilidades y capacidades al servicio de los
demás, cumplimos el mandato de Jesús.
Desear tener un cargo o una
responsabilidad, no es falta de humildad, si tenemos claro que, cuanto más alto
sea el puesto, mayor es la responsabilidad de servicio.
El servicio cristiano
implica dar la vida y no pedir nada a cambio.
Piensa tu vida a la luz de esta palabra.
Recuerda: da vida quien ama, libera
quien sirve a los demás.
“El servicio de la caridad es también una
dimensión constitutiva de la misión de la Iglesia y expresión irrenunciable de
su propia esencia».
Así como la Iglesia es misionera por naturaleza, también
brota ineludiblemente de esa naturaleza la caridad efectiva con el prójimo, la
compasión que comprende, asiste y promueve” (EG 179).
¿Para qué estamos en este mundo?
¿Cuáles son tus referentes en la vida?
¿La fama, el dinero?
La grandeza no consiste en tener, sino en servir.
Tú, Jesús, lo tenías muy claro: para dar vida dando la
vida.
¿Acaso hay vocación más hermosa, para una fuente, que dar agua abundante?
Quien quiera seguir a Jesús el único trono al que debiera
aspirar debiera ser el trono de la cruz.
• Señor, que sepa dar sin recordar y reciba sin olvidar.
Señor: sé que dentro de mí existe la tentación de ser más que los demás.
Sana mi corazón.
Señor: sé que dentro de mi Iglesia también existen Zebedeos que aspiran a ser Primeros Ministros.
Sana el corazón de tu Iglesia.
Señor: que suban los que quieren ser últimos.
Porque no queremos una Iglesia dividida internamente.
No queremos una Iglesia de grandes sino de pequeños.
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