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Conocer a Cristo





“Yo no vengo por mi cuenta, 
sino enviado por el que es veraz” 
(Jn 7,28)  



Jesús se sabe enviado.

Eso le da fortaleza para no sucumbir en las horas difíciles.

Se fía del Padre.

Sabe que su palabra no engaña.

La experiencia que tú hagas de Dios es fundamental para mantenerte fiel en las horas oscuras de la vida.

Saber que el Padre está contigo te ayuda a no abandonar la fe.   


Jesús, tú nunca nos abandonas.

Nos alientas para que no desfallezcamos ante los fracasos.

Nos alegra repetir cada día:

“Sé de quién me he fiado”.
 

Los judíos no creen que Jesús sea el Mesías porque, tal como solemos hacer los humanos, juzgan por las apariencias y por lo que creen saber.

Se equivocaban y nos equivocamos.

Jesús afirma que es digno de crédito porque el Padre le ha enviado y actúa en el mundo tal como el Padre actúa.

No le creyeron.

Tampoco nosotros creemos que hemos sido enviados para hacer las obras del Padre.

Todos tenemos nuestra hora.
La hora de la fidelidad hasta el extremo.
La hora del testimonio pleno de fidelidad bautismal.
La hora del testimonio de una vida vivida en medio de contradicciones.
Pero también la hora de una vida vivida en plena fidelidad a Dios.
No somos dueños de esa hora.
Pero sí somos dueños de nuestra libertad en aceptarla.
Pero sí somos dueños de dejarnos sacrificar como testimonio de Evangelio.

Queda poco tiempo de Cuaresma.

Revisa: ¿cómo está tu corazón ahora?
¿Estás preparado para la Pascua?
 



Si no hablas con Dios en la oración, no lo conocerás


Señor Jesús, aseméjame a Ti, lléname de tu amor y enséñame a ser incómodo para los demás como lo fuiste Tú. 

Que mi vida rezume tanto amor como la tuya y que esa inundación de ternura y bondad resulte abrumadora para todos aquellos que viven encerrados en su egoísmo y prepotencia. 
Que tiemblen cuando me acerque porque mi simpleza y mi amor les hagan sentirse descubiertos y les empuje a cambiar de vida.

Amén

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