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Lugar de misión

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  “Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros”.   (Jn 15,18-21). Jesús es un líder auténtico y coherente. No se sitúa por encima sino al lado. No dice de oídas ni al margen de lo que anuncia. Su mensaje despierta odio y persecución, y ese es el destino de sus seguidores. Si esperamos lo contrario seguimos a otro. Es injustificable la persecución de los cristianos. Sin embargo, sabemos muy bien que los discípulos no podemos ser más que el Maestro; que si él sufrió persecución quienes le seguimos hemos de esperar persecuciones. Porque ser cristiano es, sobre todo, ser mártir, testigo. Miremos la Cruz, la fuerza que da para seguir, ser testigo. Vale más ser criticados por decir verdades incomodas, que alabados por decir mentiras de conveniencia. Vale más ser rechazados por defender a los débiles, que premiados por hacer el juego a los poderosos.   El mundo es el lugar de misión. Jesús no habla de alejarnos del mundo para vivir el Evangelio. Él propo

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  “Yo soy el camino y la verdad y la vida.  Nadie va al Padre, sino por mí.  Si me conocéis a mí, conoceríais también a mi Padre”   (Jn 14, 6-14 ).     Jesús es el camino por el que conducirnos para no perdernos ni desviarnos del bien. Jesús es la verdad que aleja de toda mentira, manipulación e hipocresía. Jesús es la vida que se nos regala para ser donada en el día a día. Jesús se muestra como camino revelando lo que es el ser humano según el proyecto del Padre, como verdad amando hasta el extremo, como vida dándola en plenitud. Cerca de ti hay hermanos y hermanas que son camino, verdad y vida. Son los exploradores de la tierra de Jesús. Acércate a ellos. No estés sin tan buenos amigos. Tú, Señor, eres mi Camino, mi Verdad y mi Vida. Tu amistad me pone en camino de anuncio. «Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». (Jn 14,6-14).   Ya vamos conociendo al Dios de vivos, al Dios compasivo y misericordioso. Al Dios que es amor. Y n

Un tesoro

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  “Como el Padre me ha amado,  así os he amado yo; permaneced en mi amor”      (Jn 15,9-11). No hablamos de lo que es el amor. Lo hemos convertido en reconocer nuestros errores y pedir perdón o lo usamos para aprovecharnos del otro. Debemos aprender a descubrir el amor como encuentro con aquel que vive y cree con nosotros. Jesús nos pide que permanezcamos en el amor, comprometidos con los que están en las orillas, entregando la vida por ellos, sobreponiéndonos al cansancio y agarrándonos con fuerza a la esperanza. Cuando el amor se extiende por el mundo, se alegra el corazón del Padre.  Orar es vivir la gozosa experiencia de la gratuidad; es dar a todos, gratuitamente, acogida, comprensión, ayuda, perdón, amor, unidad, un hueco para todos los que tienen sed del Agua viva.  "Permaneced en mi amor". Déjate querer y abrazar por Dios. No te encierres en el dolor. Ábrete a ese Amor que cura, que sana... Sentir ese abrazo de Dios, te aseguro que te cambiará la vida. "