"Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio." (Jn 5,17-30). En Cuaresma, la mirada de Dios, contempla y diseña cada detalle en la vida de cada uno de nosotros sus hijos, para realizar sus maravillosos designios divinos. Las palabras de Jesús recogidas en el cuarto evangelio son meridianamente claras. Lo esencial está en creer la palabra de Jesús y creer en quien lo envió. Tan esencial es que esta fe, anunciada, celebrada y vivida, otorga a quien la profesa, la plenitud de vida: la vida eterna. Que se haga tu voluntad, Dios mío, y no la mía. Enséñame a renunciar, a ser flexible, a acoger tus proyectos. Guía mi voluntad por los caminos de tu amor y misericordia, Hazme obediente a tu Palabra, a tus deseos. Dame, Dios mío, un espíritu de servicio, ya que Tú eres mi Dios y Señor que te entregaste por mi y me diste ejemplo para que siga tus huellas. Amén Jesús tiene asumid...
«Levántate, toma tu camilla y echa a andar». (Jn 5,1-16). Jesús llega a la piscina de Betesda. Hay un hombre que lleva treinta y ocho años enfermo. Nadie le ha ayudado en ese tiempo a entrar en la piscina cuando se mueve el agua. No se le ha dado la oportunidad. Se ha permitido que se quedé paralizado, enfermo y marginado. Es Jesús quien nos puede levantar de nuestras parálisis, de estar parados, quietos, 'atrapados'... Su Palabra tiene el poder de hacernos salir de aquello que no nos deja ser quien somos. Jesús es el único capaz de sanar nuestro hacer, nuestro vivir, nuestro ser. Su Palabra nos llena de la dignidad que tenemos, la remarca con un "levántate..." que nos mueve En nuestras postraciones, podemos escuchar al Señor, lleno de compasión y misericordia: "Levántate, toma tu camilla y echa a andar". No nos quiere postrados, paralíticos, inmóviles. Nuestra condición de peregrinos nos exige estar en permanente cambio, avanzando en el cami...