«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». (Jn 8,1-11). El evangelio nos presenta el episodio de la mujer sorprendida en adulterio. Mientras los escribas y fariseos quieren lapidarla, Jesús devuelve a esta mujer la belleza perdida y escribe para ella una nueva historia. La mujer sorprendida en flagrante adulterio viene sola, señalada, acusada y condenada. Los hombres la tachan de adulterio. A ella. Jesús escribe en el suelo. Una mujer pecadora y todos los demás acusadores. Que tire piedras el que no sea pecador. Todos se fueron. Una vez más, Señor, tu cercanía, tu compresión, tu acogida. Una vez más desarmas a los armados de la ley, de la verdad, de la justicia, para llevarlos al terreno de la misericordia. De tu misericordia. Una vez más, Señor, hoy, pones delante de nuestros ojos un espejo, para que mirándote nos veamos… y nos convirtamos a vivir, ya sin reservas, la alegría de tu evangelio. Acostumbrados a cond...
«Jamás ha hablado nadie como ese hombre». (Jn 7,40-53). A Jesús lo juzgan las autoridades religiosas por su procedencia. De Galilea no salen profetas. Los jefes y fariseos no creen en él. El pueblo está confundido. Unos lo tienen por Mesías,otros quieren prenderlo. Los guardias del templo se admiran de su forma de hablar. Las etiquetas y prejuicios nos pueden impedir reconocer a Cristo. ¿Me conformo con lo que he aprendido, o tengo una experiencia personal de Jesús? Es único. No hay nadie como Él. «Jamás ha hablado nadie como ese hombre». Ante Él y lo que propone no se puede permanecer indiferente. Su mensaje llega al corazón, su forma de mostrarlo nos cuestiona, sus palabras dan vida, su anuncio trae esperanza. Dime una palabra, Señor. Ayúdame a acoger tu palabra, a meditar tu palabra, a encarnar tu palabra, a que tu palabra sea luz y guía de mi vida, a dejarme conformar por ella, a guardarla en mi corazón, para ser cada día más como tú, con mis palabras ...