Trabajadores

 


"Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. 
Gratis habéis recibido, dad gratis". 
( Mt 9, 35.10,1-8)

Jesús siente compasión por las multitudes desamparadas. Por eso envía a sus discípulos a continuar su obra de sanar y proclamar el Reino. Nos recuerda la necesidad de orar por más obreros para la mies y la responsabilidad de cada creyente de participar en esta misión. Siente tú esa llamada… ¡Es para ti!

Señor, Concédeme un corazón compasivo y generoso 
para servir como Tú deseas.

Una llamada personal a ser de los suyos. Las llamadas necesitan respuesta, un compromiso ahora, hoy y aquí que la hacen efectiva. Después de la llamada, y la respuesta, viene la misión. Esta es a la transformación, a formar parte de su proyecto, el reino de Dios.

En el mundo en el que rigen los intereses, la gratuidad es pura utopía. Pero bendita utopía cuando es capaz de acrecentar la generosidad en nuestra vida y su calidad humana. Urge reconocer que todo lo recibimos gratis; estamos, pues, obligados a vivir en clave de gratuidad. Llamados a ser con Él, enviados a anunciar una Buena Noticia, la única que puede cambiar el mundo, anunciar el reino, Él.


La gratuidad es un distintivo del amor de Dios. Amar no depende de la respuesta de la persona amada. Se ama porque se descubre al otro como "amable". Si surge la reciprocidad, ocurre el milagro, el cielo, el Reino. Se activa la eternización del tiempo. Todo se vuelve regalo. Pero si no surge, nadie puede impedir que dejemos de amar. Pasar por el mundo amando nos regala sentido, alegría, detalle, cuidado. Con la seguridad de que Dios nunca deja de querernos.

La gratuidad entraña gratitud. Dar gratis lo que hemos recibido gratis. La fe es un don que acoger y entregar. Proclamar con las palabras y actitudes de vida. Pedirle al Señor que nos mantengamos en ella y que podamos trasmitirla para que muchos crean y tenga vida. 

¿Damos sin esperar recibir? En una sociedad tan enfocada en el intercambio, Jesús nos llama a un amor desinteresado, reconociendo que todo lo que tenemos proviene de Dios.

“Gratis habéis recibido, dad gratis” Amor gratuito el tuyo, amor generoso, 
amor a manos llenas. Así derramas tu amor sobre nosotros. Y ese amor llama al amor gratuito, generoso, 
desprendido, abierto, acogedor. Que tu amor me ayude a vivir en el amor comprometido con los más descartados de nuestra sociedad. Gratuitamente.

Jesús nos llama a salir, a ser una Iglesia que se mueve, que se acerca, que abraza. Al cerrar esta primera semana, preguntémonos sin miedo: ¿qué respuesta doy yo a esa llamada?

En este Adviento, el Señor nos llama a ser trabajadores de su mies: a llevar consuelo, esperanza, curación y alegría a los cansados y abatidos. 

Señor Jesús, haznos trabajadores fieles de tu mies, servidores de tu amor y testigos de tu Reino de paz.

 


 

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