En lo inesperado

 

"No temas, Zacarías, 
porque tu ruego ha sido escuchado: 
tu mujer Isabel te dará un hijo, 
y le pondrás por nombre Juan." 
(Lc 1,5-25).

Cuando elevamos nuestra oración al cielo, desde un corazón confiado en que él nos escucha, no con nuestro tiempo, sino con el tiempo de Dios, nuestra vida se llena de gracias hacia aquel que nos ha amado y colma con su bendición.

La cercanía y la presencia del Señor Dios se ha revelado de muchas formas y maneras. Pero siempre ofrece a lo humano la misma oferta. "No temas", no hay razones para vivir en el temor. Dios siempre nos regala lo que más necesitamos. Él escucha nuestros ruegos. Pon tu confianza en el Señor y él nos dará lo que pide nuestro corazón. Y nos da lo que siempre hemos anhelado. Amar lo que somos, lo que vivimos, lo que nos rodea. ¡Alégrate! Hoy el Señor vuelve a llamarte, a elegirte, y está contigo.


Zacarías, sacerdote, descendiente de Aarón, casado con Isabel, no tenía hijos. El ángel Gabriel le anuncia el nacimiento de Juan. Pero él quiere seguridades. Lo que obtendrá será quedar mudo. No duda en la fe, en el misterio. Duda de la fe, de la acción de Dios.

El silencio de Zacarías no es, sólo, el tributo de su incredulidad ante el misterio. Es también, y sobre todo, el silencio profundo del que adora la presencia de un Dios que esconde su poder en el misterio y revela su ternura y su misericordia. Mudo pero rebosante de alegría.

La historia de Zacarías e Isabel nos enseña a mantener la fe en tiempos de duda. Esta lectura no solo nos inspira a perseverar en nuestra fe, sino a recordar que, incluso en los momentos más difíciles, nunca estamos solos; estamos acompañados por la gracia y el amor de Dios.

Dios entra en lo inesperado y transforma lo imposible en vida. ¿Estás dispuesto a creer y a dejar que su plan ocurra en tu historia?


La mano de Dios que todo lo convierte en nuevo, lo estéril en fecundo, lo viejo en nuevo, la costumbre en sorpresa, la soledad y la espera en familia y esperanza. El Señor se fija en nosotros para tocarnos y llenarnos de vida. Tenemos nuestro lugar en la historia de salvación.  Nunca sabemos cuándo se produce la llamada, cómo puede cambiarnos la vida, qué nos va a proponer, cuál va a ser el resultado de nuestro encuentro.

Señor, ayúdame a confiar en tus Señor, 
aumenta mi fe y mi confianza en tus promesas 
aun cuando no comprenda tus tiempos. 
Ayúdame a vivir con esperanza y paciencia. 
Que mi vida sea un testimonio de tu fidelidad y poder. Amén.
 

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