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Alegres

 


"Al verla, 
Jesús la llamó y le dijo: 
«Mujer, quedas libre 
de tu enfermedad»." 
(Lc13,10-17).

El Mesías sana en sábado: rompe el yugo de la ley muerta y libera lo encorvado por el peso del tiempo. Su compasión anuncia que el Reino ya roza la tierra.

Una mujer encorvada y no podía enderezarse en modo alguno. No tiene perspectiva. Siempre mira hacia abajo. A realidades “terrenas”. Sometida por el peso de aquellos que imponen cargas…Se le olvidó mirar arriba buscando un nuevo horizonte.

El actuar de Jesús, liberando a las personas de sus males, manifiesta su poder frente al mal y su misión sanadora y salvífica. Sin embargo sus contemporáneos le acusan de hacer esas sanaciones incluso el sábado. Pero cómo no hacerlo con las personas si se permite con los animales.

Lo que Jesús realiza en sábado es una celebración de su sentido más profundo. Para Jesús, el sábado no está hecho para prohibir las obras de misericordia, sino para fomentarlas. Jesús te mira, te llama y te sana, Su tiempo es tiempo de salvación. Ésta es la verdadera alegría que nadie te podrá arrebatar.


Jesús, mírame a mí también. 
Bien sé yo que tu mirar es amar 
Y tu amor misericordia. 
Mi alegría, proclame tu gloria.

Nos llamas para que seamos libres. No hemos recibido un espíritu de esclavitud, para vivir en el temor. Sino una identidad de hijos e hijas de Dios, para vivir sin miedo, libres. La enfermedad encorva. La salud nos levanta, nos hace mirar a lo alto, con perspectiva. Nos regala sentido de pertenencia, de hogar, de sentirnos en casa. Ese es el poder sanador de la fe. Que como Jesús llamemos a otros a salir de su "encorvamiento", y ayudemos a caminar en libertad.

Estamos alegres; por cuidar y curar, por echar el mal del corazón del hombre y de la realidad; por poner de pie al que está encogido, asustado, con miedo; por volver a dar dignidad al que la ha perdido; por no dejar a nadie atrás; por dejar sitio a su lado ;  por dar libertad y desatar del corazón del hombre y la mujer de este mundo todo aquello que nos ata, que nos tiene atrapados.

"Toda la gente se alegraba de las maravillas que hacía" Si sólo nos fijamos en lo que hace y no escuchamos su Palabra que nos cambia, entonces seguimos pensado que es mejor hacer muchas cosas, pero olvidamos que la fe es vida y saber vivir los acontecimientos sean buenos o malos.

 Me pongo ante ti, Señor, y contemplo todo lo que sigues realizando.  Y me maravillo con tus maravillas, tan cotidianas, tan actuales,  tan llenas de vida, de bondad, de belleza, de misericordia.  Ayúdame a mirarte con los ojos de la fe,  para abrirme al don de tu presencia viva, admirable, maravillosa.

 

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