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Los profetas

 


¡Ay de vosotros, maestros de la ley, 
que os habéis apoderado de la llave de la ciencia!" 
(Lc11,47-54).

Jesús muestra cuál es la auténtica postura de amor frente al mero cumplimiento externo de normas y ritos, que asfixian a la persona. No juzgues a las personas por sus apariencias externas, porque te equivocas casi siempre. Lo que agrada a Dios es un corazón humano, sincero y compasivo

 
Tú, Señor, eres el camino del amor que avanza en medio de nosotros. 
Tú llamas a todo ser humano para que vaya a ti, fuente de Vida.


Una contradicción puesta de relieve por Jesús: levantan mausoleos a quienes mataron sus padres. Con ello, se están enfrentando a lo que defendían sus antepasados. Construimos tumbas a los profetas, pero seguimos negando su voz. El profetismo será siempre perseguido. Se valora en la teoría, y se condena en la práctica. Tendrá el precio marcado de la sangre, de la incomprensión, el rechazo y la invisibilidad. Sufrirá el secuestro de la intolerancia y el rechazo de los bien situados en el poder. Con todo, lo importante no es seguir la senda o contravenirla, sino descubrir al verdadero Profeta que nos salva.

 
 
 
 
El Mesías está cerca, y su luz revela nuestra hipocresía.
Es tiempo de purificar el corazón, no los sepulcros.
La venida del Justo es inminente: despertemos en verdad y esperanza.


Los profetas son auténticos implicados en la sociedad desde Dios, hombres de Dios que viven en nuestro mundo, con los hombres y mujeres de hoy. Jesús era visto como profeta, ahora sabemos que era mucho más, pero corrió la misma suerte, se jugó la vida con su coherencia. No cerremos el paso a los profetas, no tengamos miedo al cambio que proponen, es de Dios. Aceptemos su denuncia, es nuestro pecado.

¡Ay de vosotros, maestros de la ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia!" Apoderarse de los regalos de Dios es el gran error. Si Dios es pura gratuidad y puro don, la apropiación es una perversión. Lo hacemos por miedo. Nos aferramos a las personas, a las cosas, porque nos dan seguridad. Creemos que rodeados de riquezas, de prestigio, de reconocimiento la vida se vuelve más controlada. Y lo cierto es que no hay libertad más grande que tener a Dios en nuestras vidas. No tenemos nada más que el amor con que Dios nos ama y la capacidad de compartirlo y regalarlo.


«No habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis impedido»
No hay cosa peor que el que se cree con las llaves de la verdad y no es capaz de vivirla y además condenan y llenan de trabas a los que escuchan con humildad la Palabra y desean cumplirla con el corazón.

 Señor, dame un corazón sincero y valiente 
para vivir tu verdad cada día, sin miedo ni hipocresía. 

Señor, da

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