Heredará
Hoy damos gracias a Dios por san Benito que vivió y extendió por toda Europa la verdadera sabiduría, que es un don de Dios que Él concede a los que viven según su voluntad. Y es un saber que ilumina la vida, toda la realidad, a la luz de la fe y de la experiencia de las maravillas del Señor.
El amor de Cristo tendría que ocupar el lugar más alto en el corazón y nos es divisible por otros amores en nuestra vida. Amar al Señor más que todo, implica amar más y mejor a la familia, a los amigos, … con un amor digno de Él. El discípulo encuentra el sentido de su vida y de su ser al coger su cruz y seguir al Señor. Dar la vida por Cristo y por el Evangelio es ganarla siempre en el amor de Dios.
"Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?" La pregunta de Pedro a Jesús muestra una forma de vivir movida por el interés. Todo lo hacen por la recompensa, por el beneficio, por el cálculo y el ahorro. Hay otra forma de vivir que es la generosidad y la gratuidad. Hacer lo que hacemos con toda la mente, con todo el corazón, con todas las fuerzas. Vivir poniendo lo que somos en lo que hacemos. Esa es la recompensa. Y esa vida abundante es la que nos enseña Jesús.
«Todo el que por mí deja casa recibirá cien veces más» Ante la generosidad de dejarlo todo viene los dones y las gracias de Aquel que llama. No olvidemos que la vocación es una respuesta que lleva consigo una entrega para hacer realidad el Reino a los más sencillos.
Dejarlo todo para ir contigo. Sin esperar recompensas, premios o reconocimientos. Renunciar a una casa para vivir a la intemperie. Dejar familia para encontrar los lazos del Espíritu. Desprenderse de lo ata para experimentar la libertad del seguimiento.
Señor, ¿merece la pena decir la verdad?
¿trae cuenta renunciar a caprichos?
¿tiene sentido ser generoso y compartir?
¿qué voy a recibir por ser buen cristiano?
¿qué me vas a dar por seguirte?
A veces siento, Señor, que no merece la pena,
que ...es mejor buscar únicamente mi interés
dejar de sentir los problemas de los demás
y vivir la vida alegremente, sin renunciar a nada.
Así lo siento... y no me gusta esta sensación.
Sé qué tú das el ciento o el mil por uno,
incluso el cien por cero o el mil por nada,
que tú pagas sin saber si vas a recibir algo;
pero a veces no lo siento así, Señor,
y te pido que me ayudes a experimentarlo.
Señor, ayúdame a comprender y a sentir
que amar y servir a los demás es un regalo,
que vivir en la verdad es una gracia tuya,
que Tú haces posible mi esfuerzo y mi renuncia,
que seguirte y estar a tu lado es el mejor don.
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