Buena tierra
Estamos en tiempo de siembra, una siembra generosa, abundante. El Hijo de Dios es el sembrador. La semilla es su Palabra de salvación. El lugar de la siembra, la humanidad entera. Es verdad que las condiciones de quienes la reciben son muy distintas. Seamos buena tierra que acoge
Escuchar la Palabra, rezarla, hacerla nuestra, llevarla a la vida. Ser tierra buena. ¿Quiénes son tierra buena? Los que escuchan la palabra y la entienden. No basta pues escuchar la palabra. Hay que hacer el esfuerzo de entenderla, de penetrar en ella, de descubrir su sentido. Eso sólo es posible a fuerza de rumiar y meditar la palabra haciendo de ella el alimento de nuestra vida. En la Eucaristía la Iglesia nos alimenta en la mesa de la palabra y en la mesa del cuerpo y sangre de Cristo para que también nosotros produzcamos frutos de vida eterna. Dejar que el sembrador actúe en nosotros... y compartir la semilla.
"Han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón". No vivimos en el presente ni en el cuerpo. Nos ha regalado Dios los sentidos para que se conviertan en ventanas que dan a Él. Que todo nos lleve a su presencia. Pero hemos construido muros, el del miedo, el del cálculo, convertimos la realidad en conceptos, en definiciones y se nos ha olvidado vivir. Pensamos mucho, amamos poco y no entendemos casi nada con el corazón.
Que bueno si se dijera de nosotros "bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen". Escuchar cada día la Palabra con fidelidad permitirá que la semilla brote y dé fruto. Somos semilla, terreno, y sembradores a la vez. ¡Sembremos con fe! Que los milagros y los tiempos son de Dios.
Hoy celebramos a la Virgen del Carmen. De ella aprendemos a 'vivir en obsequio de Jesucristo'. Ella va marcando qué hacer, qué vivir, qué sentir, qué proponer en medio del mundo. Con María aprendemos a mirar a su Hijo para hacer siempre lo que 'Él nos diga'. María es Madre y Hermana, Señora del lugar y Estrella del mar, Flor del jardín del Carmelo y Mujer única y singular.
Ya sabemos, Señora del Carmelo, que te quedan pequeños los altares. Sabemos de tu trono por los mares, de toda tu grandeza por el cielo. ¡Feliz día de la Virgen del Carmen!
Preguntas de Dios
¿Dónde estás?
dice el Creador.
¿Dónde está tu hermano?
dice el Padre.
¿Quién te liberó?
dice el Señor.
¿Dónde están tus acusadores?
dice el Pastor.
¿Por qué me persigues?
dice el Hermano.
¿Por qué temes?
dice el Amigo.
Preguntas de Dios
en nuestra tierra,
como la lluvia
que baja del cielo
y al cielo sube,
preguntas sin final,
preguntas eternas
en la vida
que nos traen,
en la muerte
que se llevan.
Acogidas
como la lluvia,
ya nos van haciendo
eternidad ahora.
(Benjamín González Buelta, sj)
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