Dichosos

 


 
"Dichosos los misericordiosos, 
porque ellos alcanzarán la misericordia."
 (Mt 5,1-12)

Las bienaventuranzas de Jesús en nuestros días son ciertamente contraculturales, pues lo que mueve a las personas parece ser lo contrario. El egoísmo y la codicia, con frecuencia, se imponen a la misericordia. Con ello, se deshumaniza nuestro mundo y se muere la esperanza.


Mientras la sociedad de su tiempo los margina, los aparta, Él los llama dichosos. Los que se sienten apartados reciben de Jesús una palabra maravillosa: bienaventurados. La bienaventuranzas son el mayor sermón de esperanza jamás pronunciado.

 Vivimos en la cultura del éxito, del esfuerzo, de la realización. Buscamos eficacias, resultados, beneficios, dividendos. Pero lo más real de la vida es el error, la caída, la pérdida, lo imperfecto. Y la única fuerza que arregla lo roto es la reparación misericordiosa. Son dichosos los que no se paralizan al ver las ruinas, sino los que están convencidos que se pueden restaurar.

Felices los que invocan la consolación del Espíritu, porque serán saciados, para derramar luz y consolación en sus hermanos.


 

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