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Como Tù

 


"No he venido a abolir, sino a dar plenitud."
 
(Mt 5,13-16)

La ley no habla de entrega sino de cumplimiento y norma. La ley no propone generosidad sino hacer lo que ella tiene escrito. La plenitud de la ley viene dada por la generosidad que supone dar un poco más de lo que ella pide. Ir más allá del cumplimiento pasivo y llegar a la generosidad de la entrega, al amor al prójimo, esto es lo que requiere la manera plena de cumplir la ley.

Solemos construir arrasando con lo anterior. El Señor no funciona así. Prefiere contar con lo previo, aunque parezca que no cuenta, que no aporta. Por pequeña que sea, acoge cualquier colaboración. Negar la plenitud es recortar nuestras posibilidades de alcanzar la perfección.

«No he venido a abolir, sino a dar plenitud» Cumplir las leyes adquieren un nuevo sentido desde la venida de Cristo. No son un mero cumplimiento ritual sino una forma de vida que nos llena al saber que las mismas defienden al que es fiel y que buscan la salvación de las almas.

Que agradecidos debemos vivir cuando Dios no nos deja acomodarnos, y nos quiere llevar a la plenitud. Nos quiere en plenitud de vida y de amor. Con una alegría que nadie nos pueda quitar. Busca con toda su fuerza que la vida de fe no sea un placebo o una evasión, sino una fuerza transformadora de todas las injusticias que aplastan la dignidad. Jesús no viene a reprimir o minimizar lo humano, sino a darle su propia plenitud divina.


"El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así… será el menos importante en el reino de los cielos"
Por favor, cuida las cosas pequeñas Deja la brocha y toma el pincel Dios no quiere que pintes la pared; quiere un retrato de Jesús.

"Será el menos importante...". Es un peligro hacer de la fe una carta de buffet libre, pero más peligroso es enseñarlo así. Sé consecuente con tu vida de fe, no por legalismo, sino por amor a Dios, a los hermanos y a ti mismo. Busca tu mejor versión...

Espíritu Santo, 
despierta en nosotros la alegría de sabernos hijos de Dios. 
Que la vida y el estilo de Jesús 
provoque nuestra oración y nuestra vida, 
a veces tan anodinas y rutinarias.  
“Señor, 
que vea lo que tú ves, 
que piense como tú piensas, 
que ame como tú amas”.

 

 

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