Tu mirar es amar.
La 1ª lectura del día es una de las más bellas de la
Biblia:
"Dios no estaba en el huracán; tampoco en el temblor
de tierra; tampoco en el fuego.
Dios estaba en el susurro
de una brisa
suave"
(1R 19,11-16).
Levadura, semilla, grano de sal...
No acabamos de entender el valor de lo pequeño.
Hemos de afinar la sensibilidad para percibir los
susurros de Dios, en sencillos acontecimientos cotidianos.
“El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido
adúltero con ella en su interior”
(Mt 5,28)
“Habéis oído… Pues yo os digo...”
Aunque nos cueste o nos fastidie reconocerlo, el
seguimiento a Jesús no es de aprobar por los pelos sino de sacar nota.
Ante el tráfico creciente de mujeres, vendidas y
compradas mil veces como un objeto sexual, solo cabe una sanación que alcance
también el mundo de los deseos, que es de donde nacen los abusos y las
injusticias.
A través de los
ojos entramos en contacto con lo que nos rodea.
Lo que no vemos
no existe y lo que vemos en más de una ocasión nos quita la paz.
Saber mirar es
un aprendizaje.
Mirar sin juzgar
y sin buscar segundas intenciones.
Todo se fragua
primero en el corazón del hombre.
Y hay que
cuidarlo cada día, ponerlo a tono, orientarlo al bien, sintonizar con la onda
de Dios...
Aun así, el mal
a veces gana batallas.
La oración es
arma poderosa en esta lucha.
Es el corazón
quien interpreta lo que vemos o hacemos.
Cuando el otro
es mero objeto, nuestra mirada siempre es pecaminosa.
No es alguien,
es algo.
Cuando obramos
por el mero anhelo de ser más entramos en una espiral de destrucción.
Lo nuevo de Dios
siempre comienza a nacer en tu corazón.
Llevas dentro
muchas semillas que, con cuidado, pueden convertirse en propuestas de dignidad
y belleza para los más débiles.
No miremos tanto
lo que hacemos.
Miremos lo que
amamos.
No miremos tanto lo externo.
No miremos tanto lo externo.
Miremos lo que
desea nuestro corazón.
Otros os dirán otras cosas.
Otros os dirán otras cosas.
¿Escuchamos las
que nos dice Jesús?
No lo de antes, sino lo de ahora.
No lo de antes, sino lo de ahora.
Tu mirar es amar.
Enséñame a mirar a los demás como tú los ves.
Enséñame a mirar embelleciendo a quien miro.
- Señor, que te vea en mis hermanos.
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