Dios, nuestra roca
“No se hundió,
porque estaba cimentada sobre roca” (Mt 7,25)
Jesús dice que la vida de cada persona y comunidad está
expuesta a muchas inclemencias (lluvias, inundaciones, vientos).
Por eso
orienta para evitar que nos hundamos.
Se trata de cumplir la voluntad del Padre del cielo.
Que el
propio Jesús da a conocer con su vida y palabras.
El evangelio insinúa también
la capacidad de ayudar a restaurar o reconstruir personas o familias que se
encuentran a la intemperie en una sociedad que no les ayuda.
• Todos
buscamos seguridades.
¡Que aprendamos a sentirnos seguros en tus manos, Señor!
Jesús no se hunde ante las dificultades; se sienta por
encima del aguacero.
Cuando experimento las dificultades de la misión, ¿sé de
quién me he fiado?
“El amor
del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Mañana tras mañana se
renuevan.
¡Grande es su fidelidad!” (EG 6).
Señor Jesús, ¡ven a mí!
Abre a tu amor las puertas y
ventanas de mi corazón y toma posesión de mi vida.
Enséñame a confiar y descansar
en la Voluntad del Padre, que es el fundamento de tu Reino siempre…
Enséname a
confiar en su Voluntad como cuando su Querer te llevó a hacer pequeñito,
indefenso y débil en el seno de tu Madre.
¡Qué loco eres, Señor!
El Reino de
Dios viniendo al mundo en el vientre de una mujer… Jesús: de verdad que el amor
te ha vuelto loco.
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