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Siembra...


“Salió el sembrador a sembrar” 
(Mt 13,3) 

Los diferentes terrenos a los que alude la parábola podemos encontrarlos dentro de nosotros. 
Pasamos tiempos de sequedad interior y cualquier motivo es bueno para dejar la oración. 
Otras veces sentimos que la semilla de la Palabra ha arraigado en nosotros, pero la vida nos trae muchas preocupaciones y las buenas intenciones desaparecen.
Por gracia de Dios un buen día sentimos que el mensaje ha arraigado.
La Palabra nos presenta el rostro glorioso de Jesús, que sigue saliendo a sembrar su amor a la humanidad con la ilusión de un sembrador. 
Prepárate con el silencio para la escucha de la Palabra.
Prepárate con la soledad para la comunión con Jesús.

Abro mi corazón a tu semilla, Señor, 
y me quedo a la espera de que florezca.      


- Gracias, Señor.

Siembra,
lo importante es sembrar
-poco, mucho, todo -
el grano de la esperanza.

Siembra tu alegría,
para que resplandezca
a tu alrededor.

Siembra tu energía,
para enfrentar con fortaleza
las batallas de la vida.

Siembra tu coraje,
para alentar el coraje
de los otros.

Siembra tu entusiasmo,
tu fe o tu amor.

Siembra las cosas mínimas,
aquello que parece no contar.

Siembra y ten confianza:
cada grano enriquecerá
un rinconcito de la tierra.

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