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“No tengáis miedo”






“No tengáis miedo” 
(Mt 10,31)
 
De nuevo Jesús nos recuerda que el miedo es nuestro peor enemigo.
Preocupados por el futuro dejamos de hacer el bien que está en nuestra mano.
Por temor «al qué dirán», ocultamos nuestras convicciones más profundas y desconfiamos de todo y de todos.
No se nos pide un buenismo tonto.
Se nos pide una profunda fe en Dios y en su cuidado paternal.

Jesús no tiene miedo. 
Lo ha vencido cantando las canciones de amor de su Abbá. 
Ahora transmite esta libertad a sus amigos. 
Ninguno puede entregar la vida si tiene miedo. 
Señala dos o tres cosas a las que tienes miedo. 
Envuélvelas en el cariño que Dios te tiene, como hace la ostra con las piedrecitas que hieren su cuerpo y que terminan convertidas en una perla preciosa. 

Rechazo las maldades de los hombres, 
pero a ellos no los puedo odiar, Señor. 

Recordemos hoy a San Buenaventura con este fragmento de una de sus oraciones, que nos recuerda de otro modo dónde lo realmente importante de la vida… al menos para un cristiano: 

Que no ambicione otra cosa sino poseerte, que te busque y te encuentre, que a Ti me dirija y a Ti llegue, en Ti piense, de Ti hable y todo lo haga en loor y gloria de tu nombre, con humildad y discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin; y que Tú sólo seas siempre mi esperanza, toda mi confianza, mis riquezas, mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz, mi suavidad, mi olor, mi dulcedumbre, mi alimento, mi comida, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi heredad, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija, firme y hondamente arraigada mi alma y mi corazón. Amén.
 

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