¡Prepárale tu tierra!
“Lo sembrado en tierra buena significa
el que escucha
la palabra y la entiende;
ése dará fruto”
(Mt 13, 23).
Muchas veces nos puede más el «tener» o el «parecer» que
el «ser».
Hacemos muchas cosas y nos desvivimos por los demás.
En medio de esta
actividad olvidamos lo fundamental: dar vida. Cuando hay amor, preparamos la
tierra de nuestro corazón.
El esfuerzo que ponemos es importante.
Dios envía la
lluvia y tarde o temprano la tierra da fruto.
- Señor, ayuda a mi voluntad para que mi tierra dé fruto abundante.
- Señor, ayuda a mi voluntad para que mi tierra dé fruto abundante.
Dios quiere sembrar la semilla de la vida en el jardín de
tu corazón
¡Prepárale tu tierra!
¡Prepárale tu tierra!
Acoge este consejo de san Juan de la Cruz:
“Adonde no hay amor, pon amor y sacarás amor”.
Cuando quiero juzgar,
Tú sales a
mi encuentro con la gracia.
Cuando me enfurezco ante las debilidades de los
demás,
Tú me invitas a la paciencia.
Cuando me brota el rencor,
Tú siembras en mi corazón
el amor.
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