Dios siempre acude cuando le pedimos.
“Señor, tengo en casa un criado
que está en cama
paralítico y sufre mucho”
(Mt 8,6)
Impresiona el cariño del centurión por su criado, no era
lo más habitual.
Seguro que el gesto conmovió a Jesús.
El centurión no pide nada, está seguro del resultado.
La
oración confiada y segura siempre es eficaz.
Puede no ser lo
que nosotros habíamos imaginado, pero siempre hay una respuesta.
Lo mismo
ocurrió con Abrahán y Sara.
Dios siempre acude cuando le pedimos.
- Señor, aumenta mi fe.
Los orantes exponen a Jesús las necesidades de los que
más sufren y se quedan aguardando.
¡Qué fecundidad proyectan sobre el mundo los
que aguardan la actuación del Señor!
No te limites hoy a leer, ver u oír noticias de los
dolores de personas o de pueblos.
Haz oración de intercesión por todos ellos ante Jesús
Eucaristía.
Mi corazón se abre al dolor de mis hermanos.
Mi corazón, lleno de nombres, se abre ante Ti.
Y me quedo, junto a Ti, amando.
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