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Trabajador

 


¿No es el hijo del carpintero?
 
 (Mt 13, 54-58)

La pregunta por la identidad de Jesús no señala el interés en la búsqueda sino el prejuicio para reconocer al Hijo de Dios en el hijo del carpintero: aceptar al Señor, lleno de poder y majestad, entre los sencillos y pequeños de su pueblo. El grande entre los "pobres de Yahvé".


Hijo de José. Hijo de María. Así tú, Señor, en tu humanidad divina. Un padre carpintero. Trabajador. En la sencillez de cada día. Una madre llena de gracia. Que se alegra con las maravillas que Dios hace en ella, y las proclama. Ese mes de María comienza con José. Que toda nuestra vida sea alegría y júbilo. Como lo fue para José y María. Tus padres.

No reconocen la sabiduría de Jesús sus paisanos porque es hijo de un carpintero. Una actividad artesana. El trabajo dignifica, se realiza la persona y se humaniza la sociedad. Es necesario que se respeten los derechos laborales y que se cuiden a los trabajadores.

Nos dirigimos a ti, oh bendito San José,
como quien conoce el valor del trabajo
y la respuesta a nuestro llamado.
A través de tu Santa Esposa,
la Inmaculada Virgen Madre de Dios
y sabiendo el amor paternal
que tuviste a nuestro Señor Jesús,
te pedimos nos asistas en nuestras necesidades
y fortalezcas en nuestros trabajos.
Por la promesa de realizar
dignamente nuestras tareas diarias,
líbranos de caer en el pecado
de la avaricia, de un corazón corrupto.
Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo,
nuestro defensor y fortaleza
contra la injusticia y el error.
Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio.
Socórrenos en todos nuestros esfuerzos,
para así poder obtener contigo
el descanso eterno en el Cielo,
 Amén

 

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