"Junto a la cruz de Jesús estaba su madre" (Jn 19,25-27).
Ayer contemplábamos la cruz como señal inequívoca del amor de Dios a los hombres. Hoy la Iglesia contempla a María junto a la cruz de su Hijo. María al pie de la cruz nos muestra su fe inquebrantable en medio del dolor. Todo parece injusto, pero ha de tener su sentido.
María ha sido fiel a Jesús hasta el final. Ha dicho sí cuando todo sonreía y ha dicho sí cuando todo era oscuridad. Su sí ha abierto en el mundo caminos de fecundidad y de esperanza. Cada vez que dices sí a Jesús, también en las dificultades, se ensancha el espacio de tu tienda y Dios te da nuevos hermanos y hermanas a tu cargo, para que los cuides.
“Y a ti misma una espada te traspasará el
alma” (Lc 2, 33-35) María al pie de
la cruz. María acompañándote en los dolores. María sufriendo las consecuencias
de tu ser signo de contradicción. María junto a todas las personas que sufren
en nuestro mundo, que son marginadas, descartadas, víctimas de la violencia, de
la discriminación, de la guerra, del hambre, de…María, que está con nosotros, amparándonos, porque es nuestra madre.
"Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena." Cuánto nos cuesta estar; acercarnos al sufrimiento de todas las cruces; saber estar sin hacer más sangre, más heridas. Las personas que están al lado de nuestras cruces son las que también disfrutan de nuestra resurrección. No hay vida que no cruce el dolor por eso aprender a cargar cruces propias y ajenas se convierte en una necesidad. María nuestra madre se vuelve imprescindible para recorrer nuestro camino en la fe. La Madre del Señor supo estar, supo sufrir en silencio, sin pretender entender con simplezas el misterio de la Víctima inocente. Junto a la cruz, María y el discípulo amado. Jesús nos confía al amor materno y nos pide ser familia en Él. Acojamos en nuestra casa a aquella que es "la dolorosa", pero que es capaz de cantar las maravillas diarias que Dios hace en su vida.
Pidamos hoy a María que nos acompañe en las pruebas y nos enseñe a confiar en la fidelidad de Dios. Y no dejemos de hallar consuelo en su amor maternal.
Oración a la Virgen María, al pie de la cruz
Madre Dolorosa,
te contemplamos junto a la cruz,
donde tu corazón se unió al sacrificio de tu Hijo.
En tu silencio, en tu dolor,
nos enseñas la fuerza del amor incondicional
y la esperanza que brota incluso en el sufrimiento.
Hoy, como tú,
queremos permanecer junto a la cruz,
en los momentos de prueba y dificultad,
sabiendo que el Señor nunca nos abandona.
Te pedimos que nos guíes con tu ternura,
que nos enseñes a confiar en los planes de Dios
y a ofrecer nuestro dolor en unión con el de tu Hijo.
Madre, recibe a
todos tus hijos,
especialmente aquellos que sufren hoy,
y protégelos con tu manto de misericordia.
Que, con tu ejemplo, aprendamos a vivir con fe,
esperanza y amor hasta el final de nuestros días.
Amén.
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