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Mirar

 


"¿Acaso puede un ciego 
guiar a otro ciego?  
¿No caerán los dos en el hoyo?"   
(Lc 6,39-42).

La ceguera física nos impide ver lo que sucede fuera de nosotros. La ceguera interior, conocer quiénes somos y cómo son los demás. Nos introduce en un mundo lleno de disculpas hacia los errores propios, e implacable con los fallos ajenos. Nos hace fundamentalistas.

Quién sólo se ocupa de condenar lo malo que son los demás es incapaz de aceptar sus propios defectos. Vemos la mota y no reparamos en la viga. Al final terminamos pensando que todos se confunden mientras me asiste la razón. ¿Por qué la ceguera propia hace a todos ciegos?

La luz de Cristo sana cegueras y sorderas. Tiene la fuerza de cambiar completamente la existencia.


"¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?
Hoy nos pregunta Jesús por quién guía nuestras vidas. Si dejamos que nuestra vida la guíe la ambición, el odio, la venganza o el rencor, arrastraremos con nuestro dolor a otros. Si dejamos que Jesús sea nuestro espejo, nuestro Buen Pastor, él nos lleva a prados verdes de esperanza, de amor, de sentido. No promete si le seguimos comodidad, facilidad, bienestar, éxito. Pero si la seguridad de que su yugo es llevadero y su carga libera. Está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.


"¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?"
Mirar con cariño, mirar para corregir, mirar desde la humildad de saberse pequeño y pecador. Mirar con gozo, mirar con bondad, mirar para dejarse mirar, mirar para ayudar y servir. Mirar al hermano para que él sea de verdad, para que él me mire y me ayude a ser. Mirar con verdad y sencillez, dejándose querer por la mirada del otro. Mirar desde abajo o desde al lado, nunca desde arriba. Mirar y sentirse corregido por la misma mirada con la que miro. Mirar al otro y ver prójimo y hermano ante los que me agacho y sirvo. 

Hoy celebramos el Dulce Nombre de María. “Y el nombre de la virgen era María” (Lc 1, 26-38). Gracias por el don de María, tu madre. Danos fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Que María nos inspire para que como ella usemos la misericordia con los demás.

Oración al Dulce Nombre de María

Oh María, Madre tierna y piadosa, 
dulce es tu nombre en los labios,
suave en el corazón de tus hijos, 
consuelo en las penas y refugio en las pruebas.
Tu nombre bendito es alegría para los ángeles, fortaleza para los débiles,
esperanza para los pecadores y amor para quienes buscan a tu Hijo.
María, invocamos tu nombre con confianza:
protégeme de todo mal, guíame por el camino de la gracia, y acompáñame hasta el encuentro eterno con Jesús. Amén.

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