LA VIRGEN
El 15 de agosto es una mirada hacia el cielo. Una Mujer, nos invita a no perder de vista los altos y eternos valores: LA VIRGEN.
“El Señor vino a María, para hacerse siervo. La Palabra vino a ella, para callar en su seno. El Pastor vino a ella, y nació el Cordero… El Altísimo vino a ella, pero entró humildemente… Desnudo salió de ella, quien todo lo reviste (de belleza)”, decía Efrén el Sirio
En María aprendemos cómo se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celestial, y llegar a responder como ella al regalo que nos hace Dios en su hijo
El protagonista de la historia de María es Dios, a quien dejo el mejor sitio de su corazón y que Él ocupó al abrirse. Habla de Él como Alguien a quien conoce bien, un Dios que mira lo pequeño para hacerlo testimonio suyo en el mundo.
La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María es una hermosa realidad que nos llena de esperanza: María ha entrado en el espacio de Dios y nos dice que en Dios hay un lugar para el hombre, para todos los hombres, si también en nosotros hay un lugar para Dios.
La Asunción de María es una llamada suave pero apremiante a mantener la esperanza en este tiempo de prueba, más aún, a renovar la esperanza en la victoria del Amor y de la Vida sobre el egoísmo y la muerte. Y una esperanza que se hace solidaridad con los que más sufren.
Ser como María: un bello Magníficat, un canto de alabanza por las maravillas que Dios sigue haciendo en nosotros.
Proclame mi alma las maravillas del Señor y me alegre en Dios, mi Salvador.
Santa María del Magníficat, ruega por nosotros y acompáñanos en la construcción de un mundo más justo.
Llevemos al Señor a los demás, como María y con ella iremos al Cielo.
No se aparte María de tus labios ni de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora, no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te desorientarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si la contemplas.
Cuando la noche se acerca
y se oscurece la fe
Madre de todos los hombres enséñanos a decir: Amén
Cuando el dolor nos oprime
y la ilusión ya no brilla
Madre de todos los hombres enséñanos a decir: Amén
Cuando nos llegue la muerte
y tú nos lleves al cielo
Madre de todos los hombres enséñanos a decir: Amén.
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